jueves, 22 de septiembre de 2011

Los regalos

Aunque a algunos les parezca que tengo 15 o a otros 80, lo cierto es que en unas semanas voy a cumplir 28 años. Creo que ya saben lo que viene: no me gusta mi santo… no me gusta celebrarlo… aunque, curiosamente, dependiendo de cómo vengan, me fascinan los saludos sinceros y originales… Bueno, con eso en cuenta, estuve tratando de hacer memoria de los regalos más bonitos o significativos que me han hecho, no solo el 7 de octubre, sino bajo cualquier circunstancia… y la lista quedó así:


MARIO BENEDETTI. Poemas revelados
A estas alturas deben de saber que se trata de mi poeta favorito (¿no? XD). Paseaba el año 2001 y el trío de mujeres liderado por la que me dijo no acababa de conocerme, pero ya me tenía la suficiente confianza como para jalarme de un lado a otro como repartidor de pizza. El 7 del 10 de aquél año, el primero que pasé en San Marcos, una torta me esperaba en el (salón) 3A y una sonrisa que me hacía temblar de gusto. A ella le encantaba Benedetti tanto como a mí, así que al ver el libro lleno de fotos del vate no lo pensó dos veces. Sus amigas estuvieron de acuerdo en hacer la chanchita de rigor y finalmente me lo presentaron dentro de una caja junto a una tarjeta, ambos hechos por ellas… Lo justo: terminé radiante, sorprendido y muy, muy halagado.

El aro (del mal)
Me lo regaló unos meses después de definirnos como enamorados. Brillaba magníficamente. Ella sabía lo que había significado el que tuve antes, así que el gesto simplemente fue formidable. Ahora está en el fondo de una caja y, en un tiempo, si me acuerdo de llevarlo conmigo, espero termine en el fondo del Sena. Mi dedo anular izquierdo está calato, esperando por otro menos desafortunado.


Del amor y otros demonios
Con qué cara me habría visto mi hermano ver un ejemplar de mi libro favorito desperdiciado en un rincón de Quilca. Yo no tenía dinero, él sí, además de la intención de darme algo que de todas maneras sabía iba a alegrarme sobremanera. En Navidad del 2002 abrí un regalo que me ha servido todos los meses de septiembre desde entonces.
La última escena que he rescatado este último: Él la dejó desahogarse. Luego le levantó la cara y le dijo: “No más lágrimas”. Y enlazó con Garcilaso: “Bastan las que por vos tengo lloradas”.

Catálogo de gatos
No me gustan los mininos, pero me dicen gato. Muy pocas personas en mi actual entorno lo saben y ninguna me llama así. Cuando la última chica con la que estuve (que honestamente no sé si llamar ex) regresó de viaje de Argentina trajo con ella una especie de libro lleno de dibujos de michis variados. Fue el comienzo de mi cariño extra amical por ella y el inicio, seguramente, del fin de nuestra relación. Hubiera sido un buen recuerdo, pero, como por algo pasan las cosas, unos días antes de que me mandara a rodar se lo regresé. En la última página había un espacio en blanco que yo esperaba ella llenara con su arte: un gatito propio que ella podría dibujar inspirada en mí. Awwwwwn

La escultura del amigo y su burro
No sabía lo especial que era hasta que se apareció frente a mí con una caja que en su interior contenía una artesanía. Fue (es) mi tesoro. Con todo me enseñó que hay de todo en esta vida y que, precisamente por eso, hay que saber agarrarle el gusto a las cosas.

El presente - Julieta Venegas (ayyyyn)

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