lunes, 28 de febrero de 2011

Una de Vallejo

Me gustó mucho la nota César Vallejo: Pobre, poeta y revolucionario publicada en público.es, así como el siguiente poema -cuyo nombre no ubiqué- de uno de los mejores vates peruanos de todos los tiempos:

Confianza en el anteojo, no en el ojo;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, no en el ave
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

Confianza en la maldad, no en el malvado;
en el vaso, mas nunca en el licor;
en el cadáver, no en el hombre
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

Confianza en muchos, pero ya no en uno;
en el cauce, jamás en la corriente;
en los calzones, no en las piernas
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

Confianza en la ventana, no en la puerta;
en la madre, mas no en los nueve meses;
en el destino, no en el dado de oro,
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

All of my love - Led Zeppelin

domingo, 27 de febrero de 2011

Algunos sueños

Una vez soñé con la chica por la que le pedí a Dios antes que se la pidiera a Dios. Estaba en el otro extremo de la habitación. Entonces se me acercó y me miró con un verde destello sumamente conmovedor, luego tomó mi mano y me hizo percatarme que el latido de su corazón era bastante rápido. Me desperté con aquella imagen nítida dándome vueltas en la cabeza y con sus ojos hermosos señalándome el camino para verla. Siete horas después la conocí y -por eso- supe que se convertiría en una de las personas más especiales de mi mundo. Así fue.
Otra vez, como aquella, que todo pareció real, tuve la sensación de estar recostado en mi cama nuevamente junto a una ex novia. Simplemente estaba allí. Hasta ese instante no había conseguido dormir tranquilamente por un espacio de 30 días, pues el insomnio suele no darme treguas prolongadas. Durante mi alucinación inconsciente ella me abrazó, jugó con mi cabello y me susurró al oído calma. El resultado fue mucha paz y unas horas de descanso reparadoras.
Algo parecido me pasó anoche: tuve entre mis brazos a la mujer que -si puedo escribirlo así- en estos momentos me gusta. Ella estaba sobre mí, con su espalda reposando sobre mi pecho. No le veía a la cara, pero sabía que estaba sonriendo. Yo le besaba el cuello al tiempo en que mi respiración masajeaba levemente su nuca. Así nos quedamos dormidos. En la mañana, por un momento, creí que la encontraría a mi lado. Me costó unos segundos -larguísimos- darme cuenta que todo había sido una ilusión.

Sueños rotos - La Quinta Estación

jueves, 24 de febrero de 2011

¡A bailar!

“Tú nunca me llevas a bailar”, era una de sus frases recurrentes. Y tenía razón a medias. No me gustaba hacerlo, pero cuando se daba la oportunidad lo hacía porque sabía que eso le gustaba a ella, no siempre, pero lo intentaba. Entonces no me pasaba por la cabeza salir a tonear, es más, me parecía matador y hasta improductivo… me creía poco bueno para el asunto del zapateo, no tomaba y la idea de sociabilizar con gente extraña no me llamaba la atención. Hoy en día, en cambio, cada fin de semana estoy a la espera de alguna llamada que me diga en dónde la vamos a hacer (bueno, tampoco tanto). Y como moscas a la miel, la gente se une, empina el codo y la pasa bien.

Al gatito le gusta el chilcano y la cerveza.


Detestaba, entre otras cosas, el ir a la playa, las aceitunas, pedir en un restaurante algo que no fuera bistec a la plancha o escuchar la más canción del verano (tipo Tu angelito o Llamado de emergencia). Ahora el mar me atrae, una pizza sin oliva no run, me tomo la molestia de revisar toda la carta de un local antes de mandarme por algún plato que considere rico y -si bien me pone como loco oír una y otra vez la misma tonada- puedo matarme de risa cantando “por eso ven, ven, ven que yo me porto bien”. ¿Por qué pude cambiar esas cosas estando solo y no con ella? No lo sé. No lo entiendo, pero me imagino que está perfecto, pues nada como experimentar, entender que más vale tarde que nunca, saber de todo un poco y sobre eso elegir, ya que –como alguna vez leí- solo conoce el vino dulce aquél que ha probado antes el amargo y, definitivamente, hay que agarrarle el gusto a las cosas, con mayor razón si estas tienden a curar y a generar sonrisas.

Cuéntame - La Charanga Habanera

miércoles, 23 de febrero de 2011

Horas contadas

Anoche vi 127 horas… hace unos días hice lo mismo con Cisne Negro y El discurso del Rey y, francamente, me quedo con cualquiera de estas dos últimas para llevarse este domingo el Óscar a mejor película. Al margen de eso, me pereció un film bastante interesante… bastante realmente, más allá de que el argumento sea sencillo: un tipo aventurero (Aron Ralston) queda atrapado en una zona montañosa con poca agua, cero ayuda, un brazo menos y muchas ganas de sobrevivir.

(Más info sobre la cinta de Danny Boyle en El País).



Los temas que más me llamaron la atención de 127 horas fueron los relacionados al destino, la capacidad de enfrentarnos a la adversidad –paciencia mediante- y, a pesar de todo, la necesidad de apoyarnos en el resto.
El protagonista no esperaba ayuda porque ninguno de sus conocidos tenía idea de que él había ido a dar un paseo por Blue John Canyon. Entonces reflexiona: siempre hay una piedra aguardando por nosotros en alguna parte, es decir, un problema con el que necesariamente teníamos que toparnos para darnos cuenta de la forma en que hemos estado llevando nuestras vidas y así cambiar o seguir...
Ralston repara en que hasta ese instante había sido un tipo duro, inflexible, dispuesto a demostrarle al resto que no necesitaba a nadie para ir hacia el frente. A continuación se arrepiente y piensa en lo fácil que hubiera sido dejar una nota o haberle contestado el teléfono a su madre cuando se le presentó la oportunidad, pues uno nunca debe dar por sentado nada… porque hasta el más macho de los machos…

lunes, 21 de febrero de 2011

Soy leyenda

Se estremeció. Todas las noches sucedía lo mismo: empezaba a leer y a escuchar música. Luego pensaba en aislar la casa, y finalmente pensaba en las mujeres… Entonces encendía el proyector y veía una película, o comía mucho, o bebía mucho, o aumentaba el volumen de la música hasta lastimarse los oídos.

¿Se imaginan vivir en un mundo en el que no exista nadie más que uno? Tal es la maldición de Robert Neville al convertirse en el –supuestamente- único sobreviviente de una pandemia que transformó a todas las personas que había en la Tierra en vampiros sedientos de sangre.
La monótona forma en que transcurren los días deja al protagonista en una soledad tan aplastante que su cordura una y otra vez roza la locura, sobre todo, porque los recuerdos del pasado de su esposa y su hija no dejan de atormentarlo (la parte en la que encuentra un perro y la forma en que intenta salvarlo es de las mejores).
El libro Soy leyenda fue escrito por Richard Matheson en 1954 y adaptado a la pantalla grande en numerosas oportunidades. El año 2007 se estrenó una película en la que el buen Will Smith hace el papel de Neville, quien –como en la obra original- se encarga de matar a los vampiros que puede durante el día (cuando son más débiles) y de defenderse durante la noche.

(Spoiler tras el trailer de la cinta dirigida por Francis Lawrence).



La parte que más me llamó la atención de la novela de ciencia ficción escrita por Matheson fue el momento en el que Neville filosofa sobre quiénes eran los vampiros:

“La fuerza del vampiro reside en que nadie cree en él”.
Gracias, doctor Van Helsing, pensó Neville dejando a un lado su ejemplar de Drácula… En efecto. El libro era un compendio de supersticiones y convencionalismos simples, pero esa línea decía la verdad. Nadie había creído en ellos, ¿y cómo se podían luchar contra algo inverosímil? Así había sido… Los vampiros pertenecían a otra época, como los idilios de Summers o los melodramas de Stoker. Eran apenas unas líneas en la Enciclopedia Británica o quizás material para escritores o películas de mediana calidad. Una débil leyenda que se había transmitido de siglo en siglo.
Bueno, pues ahora era cierto.

Puntualmente porque tiene relación directa con el hecho de ser minoría, lo cual es mmm... interesante. Al final, a diferencia de la película del 2007, en la que Smith muere tras lograr dar con una cura para la enfermedad que acabó con la humanidad y convertirse así en “leyenda”, Neville es ajusticiado frente a una gran multitud de vampiros para quienes él era el monstruo, el tipo que los asesinaba sin que ellos se dieran cuenta, la maldad que pronto se apagaría y se convertiría en leyenda, en un ser que para el futuro de la nueva raza tal vez solo habría existido en algún libro o a manera de superstición.

domingo, 20 de febrero de 2011

Segunda cuadratura

Cogí esta hojita de brezo
el otoño ha muerto, recuérdalo
no nos veremos ya sobre la tierra.
Olor del tiempo hojita de brezo
y recuerda que te espero.
Apollinaire

[Bajo la luna brillante, todo está cool. Bajo un cielo ondulado, todo está nice]. Con una partitura partida y una postura indefinible, así me quedé ante tu discurso (que bien parecía una catilinaria), así me encontré con mi futuro desdén y melancolía. Si tan solo me hubieras mirado distinto. Si tan solo me hubiera comportado a la altura. Si tan solo hubiéramos tenido el valor. Si tan solo… si tan solo… si tan solo… y mil veces si tan solo.
Sutil en su esplín, pero notorio en su amargura. Cuando piensa en el momento en que la magia fue todo disparate. Cuando siente que el viejo olor a emoción fuerte se va a quedar clavado en el más vil de los olvidos: baúl viejo, lleno de imposibles y de memorias vacías. La relación que existe entre pena y alegría es una delgada paz, tan frágil de quebrar como un vaso con whisky y mucho más diáfana que un amor sincero.

La incertidumbre se hizo pecado.

Había perdido. Buscó su orgullo en el bolsillo, ahí se encontraba, silencioso, inhibido, casi inmutable ante la desazón de verlo rendido; ni siquiera él quería mirarle a los ojos. Lo dejó entonces descansar y le preguntó a su conciencia si fue suya la culpa, pero no le contestó nada, mas sin notarlo, poco a poco se dejó llevar por el miedo.
Sonrió. El escalofrío paralizaba su cuerpo. Por un instante se sintió morir, pero el dolor, gracioso, rotundo, le hizo saber que aún estaba con vida. No le importó haber dado mares, tampoco el no haber recibido un beso sincero.
Miró a un lado. La vio irse. Cogió el recuerdo, única herencia que de ella le quedaba. Le perforó el pecho sin darle momento alguno para defenderse.
Sonrió, porque aún sabiendo que le había traicionado, él la quería. Comprendió entonces que ya nada importaba, que la luna había dejado de ser romántica, que nunca más sentiría la calidez de su cuerpo o jugaría con sus cabellos, que el no oírla sería silencio absoluto aún entre un centenar de gente.
Miró a un lado. Solo quedó el paisaje triste, el suave sonido del mar, la firmeza de haberse rendido nuevamente. De pronto, dio un paso al frente. Cayó al vacío de sus traumas y antiguos amores inconclusos.
Sin embargo, flota el enigma del tiempo compartido, el desgarrador abrazo de una esperanza nívea y, por supuesto, ese dolor gracioso y rotundo le favorecerá, será su bandera a marchar en un campo totalmente nuevo; su experiencia: su gracia a posteriori porque, después de todo, la luna siempre brilla, aunque no pueda vérsele; y los corazones siempre se buscan, aunque jamás se encuentren.

Justo cuando empecé
a ver, a pensar, a creer
el silencio creció
la distancia mató.
Ya no veré, no pensaré, ni creeré.
Soñaré.

Lima, 26 de abril de 2001

Siguiendo la luna - Los Fabulosos Cadillacs

viernes, 18 de febrero de 2011

No quiere decir

Me topé con esta canción de Luis Alberto Spinetta:



Y luego escribí esto:

Una cosa u otra

Distancia no quiere decir desamor,
ni aburrimiento, ni odio.
Distancia puede llegar a ser protección.
Las cosas son y no,
según tú, yo u ellos.
Puede que sean mariposas
o ángeles multicolores.
Puede que sean rosas
o papeles vivos de dulces aromas.
Los días de oficina, cárceles grises.
Una caminata, el cortejo que se queda corto.
La noche aquella (que bailó la Luna)
una luz de claridad.
Aún con todo,
pienso, piensas, piensan,
en una explicación u otra,
pues distancia es distinta para todos.
Puede convertirse en extrañar,
en impaciencia u olvido,
y yo, tú o ellos,
en fantasmas que en algún momento llegaron
y partieron sin dejar rastros,
ni de sangre, ni de cariño,
ni de lamentos o buenos recuerdos.
Esa estrella que nos vio
está aún allí, mi vida
no la veo, ni tú, ni ellos,
pero está, como esa felicidad que escondiste
adentro
y que ahora mismo
vale poco menos que todos los te quiero
que me dabas,
que me dabas sin sentirlos.

jueves, 17 de febrero de 2011

Le llaman gato

Justo pensaba que muchas personas puede que tengan la suerte de un minino salado: todo el tiempo están cayendo, mas siempre terminan de pie... y entonces, ¡bam! veo un artículo en Xatakaciencia titulado ¿Podría un gato sobrevivir a una caída desde un rascacielos?
El mismo medio coloca en su serie Singularidades extraordinarias de animales ordinarios que el gato "lejos de ser adorable, es un asesino y un problema psicoemocional para muchas personas", y, respecto a su forma de comunicarse, cita al etólogo y zoólogo inglés Desmond Morris: "el ronroneo indica un estado de ánimo social amistoso: por parte de un gato herido por ejemplo, puede considerarse como señal para un veterinario de que necesita ayuda, o una señal a su dueño, dándole las gracias por su amistad".
Según el blog Doctor Mascotas, "a pesar de que el gato es considerado un animal egoísta, sí es amoroso y sabe compartir, pero solo con las personas a las que quiere. Cuando él siente amor por alguien, lo ama a morir, y cuando no, simplemente le muestra su indiferencia".

Pablo Neruda tiene un poema titulado Oda al gato.

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
solo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

Y bueno, para que esto quede redondo, cuento por qué demonios me dicen gato. Según explica mi amiguísimo Ángel Hugo (de memoria tan prodigiosa como la del buen Shabuko), fue él quien originalmente empezó a llamarme así, seguramente por lo flaco (dice que por mi andar cansino y digno XD). Ahora bien, coincidencia con lo anterior o no, mi apodo está relacionado con la cantidad de veces que le canté a mi amiga Rosita la canción del Gato volador. "¿Cómo es la canción del Gato volador?", "¿Cómo es la canción del Gato volador?", "¿Cómo es la canción del Gato?", "Gato", terminó diciéndome... y así quedé bautizado durante mi primer año en San Marcos. FIN.


No me gustan tanto los gatos: son animales impredecibles que parecen verte el alma cuando los miras directamente a los ojos. Da la impresión que muchas veces son malagradecidos, que van y vienen según les viene en gana, a diferencia de los perros (de fidelidad comprobada). Sin embargo, supongo que la chapa me queda, por lo flaco, por el asunto del ronroneo y, tal vez, por esa capacidad extraña de observarlo todo y prepararme para una caída. Maulladas al margen, también tengo que admitir que los mininos son lindos y la independencia que pueden llegar a tener es incluso envidiable.

PD: Se viene el Día Internacional del Gato.

Cool cat - Queen

miércoles, 16 de febrero de 2011

Apéndice

Tenía la idea de escribir algo sobre la necesidad de extraer cierta cosa importante de uno, con el fin de mejorar, digamos, para bien, pues hace un año me sacaron el apéndice un día como hoy. Sin embargo, razón tuvo un compañero de trabajo cuando me vio observar la cicatriz de la operación y me dijo que parecía que no me habían hecho nada.
Hace tiempo que no contemplaba esa marca (que según recuerdo era mucho más notable). Es más, hace mucho que no pensaba en lo que para mí significó por aquél entonces: miedo ante algo desconocido (nunca antes me habían operado, ni siquiera me habían puesto yeso) y la importancia de tener a nuestro lado –en momentos difíciles- a las personas a las que más queremos.
Había otra cosa más, que quizá se entienda si cuento la historia: cuando me dijeron lo que me costaría la gracia, temí, porque el alto precio simbolizaba tener menos dinero para lo que era mi viaje planificado a Francia, es decir, menos posibilidades de encontrarme con la persona a la que creía el amor de mi vida. Por torpeza, no pensé mucho en mí, así que preferí pagar por algo más barato (la tradicional en lugar de laparoscópica) y cerré los ojos antes de que me llevaran al quirófano, extrañándola, deseando que estuviera a mi lado… y seguramente lo estaba.
Aquella chica se marchó definitivamente. Su felicidad valió más que nuestra felicidad, lo cual, supongo, está bien, es justo. A cambio, me quedé con una marca que no tenía idea se había hecho cada vez menos evidente. Pasó el tiempo y me volví a enamorar de alguien por quien hice cosas que nunca antes había hecho, y aún con todo, me volvieron a romper el corazón, más allá de mi iluso plan de no comportarme como un erizo. Entonces reparo en la cicatriz y pienso que todo se borra, a veces sin que nos demos cuenta. Entonces recuerdo que mi idea primigenia era escribir algo sobre la necesidad de extraer cierta cosa importante de uno, con el fin de mejorar. Entonces siento que lo urgente no es pensar en aquello que nos quitan, sino en la fuerza que ganamos para enfrentar cualquier tipo de pérdida o problema. Esa fuerza que nos permite darle cara al miedo y, a veces, arriesgarnos sin dudas solo con la intención de seguir creciendo.

Fuerza natural - Gustavo Cerati

martes, 15 de febrero de 2011

Rock star

Al tiempo en que Lucía daba saltos sobre mi estómago y me sonreía. Al tiempo en que Vania, sentada a mi lado, contemplaba dicha escena matándose de risa y seguramente pensando de qué lugar se le sacaban las pilas a su sobrina, una parte de la película que veíamos llamó mi atención: el protagonista de Rock star, Chris Cole (Mark Wahlberg), le preguntaba al manager del grupo Steel Dragon cómo se llamaba aquél mal que le pasa a uno después de habérselo hecho a otra persona, y Mats contestó: “Justicia divina”. Desde luego. De inmediato, el regordete personaje interpretado por Timothy Spall habló sobre su experiencia personal: alguna vez tuvo una esposa a quien abandonó a cambio de vivir una vida distinta al del común de la gente. Mientras contaba eso, la nostalgia le llenaba la voz: “Se casó con mi mejor amigo, un doctor… una vez vino a ver un concierto, estaba linda… tiene dos hijos preciosos”.
Rock star es un trabajo interesante que gira -en principio- sobre la oportunidad que llega a tener Cole de convertirse en el vocalista de la banda de la cual era fanático. Quizá lo mejor que pudimos haber hecho mi amiga y yo fue ver esta película ayer, en lugar de alinearnos a las millones de personas que seguramente en ese mismo momento estaban viendo algo lacrimógeno. Rock star trata sobre las decisiones que pueden cambiar el rumbo de nuestras vidas, la necesidad de ser uno mismo (y no una caricatura de alguien más), la búsqueda de la propia identidad y, desde luego, la luminosa –y también vacía- experiencia de convertirse en una estrella y todo lo que ello arrastra, así como la posibilidad de volver a empezar (sobre todo cuando se toma una medida en el momento justo). Así es, ténganla en cuenta.

viernes, 11 de febrero de 2011

The return of the space cowboy

Corría el año 1997. Virtual insanity la rompía. Ellos conversaban de lo lindo. Yo solo atiné a comprender una palabra que me pareció interesante, rara: Jamiroquai, “¿qué es eso?”, pregunté; “un grupo súper chévere”, me contestaron, “¿no has visto su último video en MTV?”. NO. “Ok, tienes que verlo”. Y lo vi. Y me gustó. Y hoy en día es mi grupo –en actividad, con su vocalista vivo- favorito.
¿Por qué me gusta dicha banda? Ni idea. Wikipedia señala que “es un grupo inglés de acid jazz, jazz funk, y más recientemente, de disco y electrónica", que "fue formado en 1992 bajo el liderazgo del cantante Jason 'Jay' Kay, junto a Toby Smith (teclados), Stuart Zender (bajo), Nick Van Gelder (batería) y Wallis Buchanan (didgeridoo)”. Yo creo que simplemente es genial. Punto.
Oír para creer, fue lo primero que pensé cuando me incitaron a escuchar a Jamiroquai, así que me pirateé el Travelling without moving, probablemente su mejor trabajo –comercialmente hablando- a partir de canciones como Cosmic girl, Alright, High times y la relajante Drifting along, además de un bonus track fabuloso: Do you know where you're coming from.
Casi sin querer me hice luego con los originales del Emergency on planet Earth y el cálido The return of the space cowboy (fueron una ganga), y me encantaron If I like it, I do it; Blow your mind; Stillness in time; y Half the man, casi tanto como los curiosos sombreros, gorras, chullos, etc. que suele usar JK y que lo definen al igual que su forma de bailar, por ejemplo, en Space cowboy o en la misma Virtual insanity.
El Synkronized fue el primer disco (bueno, cassette) que me compré en una tienda por iniciativa propia (ya estaba enganchado entonces), pero pese a que tenía canciones interesantes (Canned heat, King for a day), no me convenció tanto como los anteriores álbumes que ya había oído. Luego regresó a mi bobo con el A funk odyssey y quizá el mejor Jamiroquai a partir de Little L, You give me something y Love foolosophy.
Con el Dynamite presentaron uno de los temas que más me gusta del grupo: Seven days in sunny june, no solo por la canción en sí, que me genera una nostalgia sin origen aparente, sino también por el video, en el que JK luce una casaca setentera de la selección peruana (¡una Adidas!). Y bueno, el año pasado lanzaron su última producción, Rock dust light star, que a causa de una lesión en la cordura y otra en el estado del tiempo no pude oír hasta hace unos días, de allí que me animara a escribir sobre este grupo tan chévere, como una forma de reivindicarme con él por todo el tiempo en que no le hice caso (XD).

PD: No suelo hacer esto, pero vaaa: si te gusta la banda sigue en Facebook al grupo Jamiroquai en Perú, ¿acaso no sería lo máximo escuchar a JK decir "¡Hola Lima!". Vale.

viernes, 4 de febrero de 2011

El miedo II

Es fascinante la forma en que el miedo puede adueñarse de nuestros corazones y limitar nuestra capacidad de tomar decisiones o hacerlas efectivas, por más irracional que nos pueda parecer no enfrentar un problema.
Creo que hay miedos lo suficientemente poderosos para detener nuestro caminar. Creo que, por lo general, estos tienen raíces tan profundas que apenas y podemos saber cómo hacerles frente. Creo que, como escribí hace unos meses, hay dos tipos de miedo: el malo, el que frena; y el bueno, el que hace darnos cuenta de las cosas que nos son importantes. Respecto al primero, creo que es substancial entender por qué sentimos esas malas sensaciones, comprender el contexto en que se manifiesta y la razón que lo pone en vitrina, para así superarlo y seguir. Respecto al segundo, creo que no hay nada más que comentar.

A propósito del miedo a entregarse en una relación, Paulo Coelho (sí, lo sé, lo sé) pone en A orillas del río Piedra me senté y lloré:

El amor no hace muchas preguntas, porque si empezamos a pensar empezamos a tener miedo. Es un miedo inexplicable, y no vale la pena intentar traducirlo en palabras… Puede ser el miedo al desprecio, a no ser aceptada, a quebrar el encanto. Parece ridículo, pero es así. Por eso no se pregunta: se actúa. Como tú mismo has dicho tantas veces, se corren los riesgos.

Y cito también un fragmento de Brida, del mismo autor:

Una caída de la tercera planta hiere tanto como una caída de la centésima planta. Si tenía que caer, que fuera de lugares bien altos.

Quizá la solución ante el miedo está allí, en dejarse llevar y aceptar las cosas como vengan. Después de todo, creo que los golpes que nos da la vida tienen un fin: hacernos fuertes. Lo fundamental es no dejarnos vencer por ellos y avanzar sin perder de vista todo lo bueno que nos rodea y, además, todo lo bueno que nos deja lo malo.

El miedo no existe - Tiziano Ferro

miércoles, 2 de febrero de 2011

Contra el dolor

Para desterrar un gran dolor antes hay que entenderlo, saber cuál es su origen y luego atacarlo con el remedio más conveniente, de lo contrario puede no terminar siendo curado en su totalidad y, como bien dicen, una recaída suele ser más destructiva incluso que el propio nacimiento y evolución del problema.
Llegado el caso, una persona que desea recuperarse puede considerar la recaída como un período (extra) de aprendizaje o conveniente para el desarrollo de defensas. Está claro que esto no es lo mejor, pues es más aconsejable oponerse a la enfermedad hasta darle muerte, de arranque, desde que asoma su cabeza por primera vez.
Lo que no se enfrenta está allí, como las estrellas que no vemos gracias al nublado cielo de Lima. Existe, escondido como un ladrón que espera el mejor momento para efectuar su fechoría y que puede salir disparado al conseguir su objetivo o causar más daño del imaginado si uno no es capaz de reaccionar a tiempo.
Si la molestia persiste, lo ideal es acudir al médico de cabecera o a algún otro de reconocida confianza lo más pronto posible, ya que el correr de los días puede llegar a ser sumamente perjudicial y con la salud nunca se debe jugar.

Para más información:

Hay dolencias… - Fernando Pessoa

Hay dolencias peores que las dolencias,
hay dolores que no duelen, ni en el alma
pero que son dolorosos más que los otros.
Hay angustias soñadas más reales
que las que la vida nos trae, hay sensaciones
sentidas solo con imaginarlas
que son más nuestras que la misma vida.
Hay tantas cosas que, sin existir,
existen, existen demoradamente,
y demoradamente son nuestras y nosotros…
Por sobre el verde turbio del ancho río
los circunflejos blancos de las gaviotas…
Por sobre el alma el aleteo inútil
de lo que no fue, ni puede ser, y es todo.

Dame más vino, porque la vida es nada.

PD: A veces las soluciones más simples son las más efectivas. Verbigracia: el gato vs Internet de The Oatmeal.

It's a hard life - Queen