martes, 30 de julio de 2013

Lobo, ¿qué estás haciendo?

Tres hermanos, como el cuento de los chanchitos. Un lobo vestido de mujer cambia sus vidas. Fantástica comedia francesa, distinta, bastante creíble y actual. Vayan a verla al cine o consíganse el DVD.

domingo, 28 de julio de 2013

Bitácora de un gato en París: Feliz 28

La fiesta peruana en París se llevó a cabo ayer en medio del Bosque de Vincennes... fue... digamos que fue algo pintoresca, pues además de desarrollarse en un lugar bastante caleta, honestamente se me hizo muy raro ver a tanto peruano junto tomando Inca Kola y comiendo causa, chicharrón, aeropuerto o un plato de picarones, además de a uno que otro gringo o gringa tratando de seguir los ritmos tropicales con los que bailaban los latinos.


Ya en 28, la verdad es que me fui de picnic con una mina argentina y, por la noche, a pasar un rato con la familia peruano-belga que me acogió al llegar a Francia. Lo que vino luego fue una pizca de patriotismo al oír música criolla y tomar la Pilsen Callao que tenía guardada desde hace un par de meses (y que llegó a mis manos gracias a una amiga que llegó de visita). Con todo, mis patas de otros países me "invitan" a cocinarles algo peruano creyendo que eso de mezclar insumos lo tengo en la sangre. Da gusto, mucho, saber que tienen en tan buena estima a nuestra gastronomía y, en general, a nuestro país y cultura (aunque muchos crean que Machu Picchu queda en Lima o je ne sais pas).

Esta es mi tierra - "Zambo" Cavero y Óscar Avilés

sábado, 27 de julio de 2013

Desilusión

desilusión.

1. f. Acción y efecto de desilusionar o desilusionarse.

desilusionar.

1. tr. Hacer perder las ilusiones.
2. prnl. Perder las ilusiones.
3. prnl. desengañarse.

Si realmente se marchan, ¿a dónde se van las ilusiones? ¿a un banco? ¿hacia un desfiladero? ¿a un universo paralelo? Si se pierden, ¿es posible recuperarlas? ¿atraparlas con las manos? Puede que sea lo uno o lo otro. Desafortunadamente existe el desengaño, el primo más chico del olvido, que ataca de sorpresa y las hace huir, marcharse... pero difícilmente las mata, y si así fuera, parcialmente, ¿en dónde terminan, las ilusiones? ¿en el cielo? ¿en el purgatorio de un corazón herido? ¿en su infierno personal? Quién sabe... y si así fuera, finalmente... ¿acaso no has oído hablar sobre la reencarnación? Nunca es tarde. Nunca es tarde. 

Desilusión - Stravaganzza

domingo, 21 de julio de 2013

Como diría Martín Adán...

¿Quieres tú saber de mi vida?
Yo sólo sé de mi paso,
de mi peso,
de mi tristeza y de mi zapato...

... Si quieres saber de mi vida,
vete a mirar al Mar.

PD: Escrito a ciegas

Despiértame nena - Pescado Rabioso

sábado, 20 de julio de 2013

Bitácora de un gato en París: Así es París, c'est la France

Lo dice mi amiguísima (y mexicanísima) Gabriela: "París es como una mujer", y yo pienso en todo lo que ello significa, sobre todo si se trata de una mujer "loca": "La puedes odiar, amar... pero siempre vas a sentir algo por ella. Te puede tratar bien, otras veces mal, pero cuando te sonríe te olvidas de todo. Es linda, sobre todo cuando se adereza. Es engreída, terca, a menudo intransigente, pero de pronto te puede mimar y hacer sentir el ser más especial del mundo por andar con ella". Terminar con París es como terminar con la persona que creías era el amor de tu vida.
Hace unos días recibí un disparo en la cien, distinto a cualquier otro que haya recibido antes (que los he recibido y sobrevivido): No me aceptaron en el Máster 2 de la universidad que me tuvo durante parte del año pasado y este 2013.
Mi primera reacción, debo admitirlo, fue ponerme triste, luego me deprimí y lo que hice fue hacer lo mismo que he hecho en París cada vez que he debido de tomar alguna decisión importante o enfrentarme a algún problema jodido: caminar. Y como siempre, desde luego, llegué hasta mi lugar favorito en esta ciudad, la Torre Eiffel, a llorar mis penas ante el gigante de hierro que he soñado con ver desde que tengo uso de razón. En ese momento estaba más tranquilo.


Cae la noche. Todo lo que he aprendido no se pierde. Quedan los recuerdos de una época linda en la que se dejó todo y se vivió con muchas ganas. Desde hace unos meses me preguntaba qué es lo que más extraño de Lima y la respuesta era siempre la misma: más allá de su gente, de MI gente, todas aquellas cosas que fueron parte de mi durante los últimos años. Es gracioso que muchas veces me haya sentido solo en París, deseando volver. Si en esos momentos me hubieran dicho "regresa a Perú", lo hubiera hecho sin dudar y sin ningún tipo de remordimiento, ya que en algunas situaciones, lejos de ser un dulce sueño, todo esto parecía una pesadilla... una pesadilla que yo mismo transformé en optimismo. Contra eso, no voy a negar que he sido muy feliz aquí y que me he enorgullecido por cada paso que he dado. Quizá no esté del todo bien adaptado, pero estoy tranquilo, y bajo ese sentimiento es mucho más complicado aceptar que si he de volver no sea por una decisión mía, sino por algo impuesto, por la horrible forma en que funciona el sistema francés y sus instituciones (las universidades, en mi experiencia), tan estresantes como un cláxon de tico sonando a dos centímetros de las orejas o una espera interminable.
"Es una pena, te voy a extrañar", me dijo anoche una amiga rumana. La expresión en su rostro, adornado por sus hermosos ojos verdes, me rompió el corazón. Fue en medio de un concierto abierto, realizado frente al Hotel de Ville de París. Yo entristecía, porque pensaba que ese tipo de cosas me iban a hacer falta: la enorme capacidad que tiene esta ciudad de sorprender y los amigos que hice a pulso. Luego fuimos a bailar a lo que se suponía era una soirée latina y nos aburrimos la mitad del tiempo ante el monótono reggaeton. Entonces pensaba: "Me hace falta el Mirador o alguno de esos lugares en Lima en los que mis patas y yo nos podemos amanecer sin aburrirnos. Me hace falta mi música. Además, allá también tengo amigos y planes".


Creo que el golpe aún duele, pero hay razones para pensar que si da lo peor -que en realidad no sería "lo peor": regresar a Perú- no es el fin del mundo. Honestamente, yo creí que iba a volver de "turista" primero y luego a quedarme definitivamente allá... y ante esta última idea siempre se me presentaba el pánico: "¿y si una vez en Lima extraño Francia?". Ergo: si estoy obligado a retornar, voy a despejar de una vez cualquier duda y si finalmente me doy cuenta que prefiero la vida europea, pues habrá que pelear por ella... y para pelear y conseguir las cosas que quiero -a excepción de las mujeres- soy un capo. De pronto, se me viene también algo que me dijo Gabriela el día en el que le conté que quizá debería partir y no nos volveríamos a ver: "No te preocupes, te aseguro que si te toca irte ahora de París nos vamos a volver a ver en algún otro momento, de repente en alguna otra parte del mundo". De pronto, también, recordé lo que me escribió Julian, un colocho buena onda, cuando se enteró de todo este asunto: "Diego, viejo, tiene que conocer Colombia. Apenas pueda, tenga por seguro que yo voy a ir a Perú".
Este viaje, esta vida aquí me ha enseñado mucho (como que el orbe es inmenso y ¡puede ser recorrido!). Sin duda soy un mejor tipo en comparación al que era hace un año. Soy mejor que ayer. Mañana seré mejor que hoy. Hay que crecer siempre: esa es la idea, sino ¿cómo se avanza?

No te animas a despegar - Charly García

viernes, 19 de julio de 2013

Amor a la marsellesa

La trilogía marsellesa es la apelación genérica -señala Wikipedia- dada a un conjunto de tres obras de teatro escritas por  Marcel Pagnol: Marius, Fanny y César, que se desenvuelven en una Marsella de principios del siglo pasado. Las tres piezas, condensadas en una sola, fueron montadas principalmente a inicios los 80. Las dos primeras, en tanto, fueron adaptadas al cine y sus últimas versiones fueron puestas en cartelera el 10 de julio del presente año. Yo las vi hoy.
La primera parte de la historia nos presenta a Marius, el hijo del dueño de un bar marsellés, quien se debate entre su sueño de hacerse a la mar y el amor que siente por Fanny, pretendida por el millonario local: Panisse, viudo, viejo y sin hijos.
La segunda, en cambio, trata sobre el dolor de Fanny y las decisiones que toma... y ya no puedo decir más porque les malogro la película... solo que son muy interesantes.

jueves, 18 de julio de 2013

La casa, el jardín y el cerco perimétrico

Esto quizá sea un poco tonto, pero se me vino a la cabeza hace algunos días...
Resulta que creo que el corazón de una persona es como una casa rodeada de un jardín. Dependiendo de la persona, este último puede ser grande o pequeño, lleno de flores o vacío... el jardín representa la confianza o la falta de ella, la manera como uno se entrega o no en el camino hacia la puerta de la casa.
Lo interesante de esto es, en realidad, el cerco perimétrico, bajo o inexistente, en algunos casos, o alto e inexpugnable, en otros.
La madurez, si es preciso el término, o lo ideal -mejor dicho- sería tener un cerco lo suficientemente equilibrado en tamaño como para que no se filtre cualquier idiota y como para no espantar al resto, y un jardín bien cuidado y colorido, lejos de ser una selva inexpugnable o un terreno baldío... Y así es posible dejar entrar a los demás. Eso sí, siempre atentos: con un francotirador en la ventana delantera de la casa que dispare a matar a quien se atreva a arrancar alguna rosa sin el permiso de hacerlo.
Cuanto más joven uno es, el perímetro se defiende menos. Por otro lado, el problema de las personas que tienen cercos demasiado altos es que una vez alguien lo ha superado estas no tienen más defensas. Ni espinas, ni el francotirador, ni siquiera un perrito insignificante que diga "gua guau", así que la entrega es total y el dolor de alguna pérdida o la decepción ante un mal gesto puede llegar a quemar la casa con mayor facilidad.
Ahora mismo, de cara a un nuevo enganche, me enfrento a un muro altísimo, de piedra... Lo más curioso es que hace años que me prohibí trepar paredes tan altas o jugar al gato y al ratón, porque esforzarse tanto es un coñazo... pero... bueno, ustedes saben.

Lento - Julieta Venegas

miércoles, 17 de julio de 2013

Bitácora de un gato en París: Miré el cadáver

Una de Vallejo, para empezar:

Miré el cadáver, su raudo orden visible
y el desorden lentísimo de su alma;
le vi sobrevivir; hubo en su boca
la edad entrecortada de dos bocas.
Le gritaron su número: pedazos.
Le gritaron su amor: ¡más le valiera!
Le gritaron su bala: ¡también muerta!

Y su orden digestivo sosteníase
y el desorden de su alma, atrás, en balde.
Le dejaron y oyeron, y es entonces
que el cadáver
casi vivió en secreto, en un instante;
mas le auscultaron mentalmente, ¡y fechas!
lloránrole al oído, ¡y también fechas!

(3 septiembre 1937)

Y empezamos... o terminamos, queda mejor. He perdido, hoy. He ganado, durante los últimos meses. Quizá se pueda hacer algo, lo voy a intentar igual, pero es complicado. Acabo de revisar mi cuenta de correo y extrañado vi la respuesta a la maestría 2 a la que estoy postulando: negativo. Eso quiere decir que no voy a tener universidad en la cual matricularme para el siguiente año académico y, por consiguiente, no voy a poder renovar mi visa para seguir en Europa. Una pena, definitivamente, ya que siento que aún hay cosas por hacer, mas, por otro lado, regresar a mi país no me suena mal, pues he vivido como he querido. Si bien no me gusta dejar las cosas a medias, en este caso no hay mucho por quejarse de mi actuar, considerando que el propio sistema local se las arregló para cerrarme las puertas haciéndome perder tiempo y, en algunos casos, oportunidades. Ya está. Quizá se pueda hacer algo, lo voy a intentar igual, pero es complicado.
Día de la espiración de la visa: 7 de setiembre.

¿Qué hago ahora? - Silvio Rodríguez

lunes, 15 de julio de 2013

Bitácora de un gato en París: El eterno turista y los días de cine

Una de las cosas que más me gusta de París es que uno, por más que viva aquí, puede ser turista eternamente. Hace unos días, por ejemplo, una amiga me hizo conocer un parque hermoso ubicado en medio de la ciudad: el Buttes-Chaumont. Allí hicimos un pique-nique, que es una costumbre elevada por lo franceses a la n, pues les encanta. Tuileries, Bercy y los Jardines de Luxemburgo también son excelentes lugares para pasarla de lo lindo bajo el Sol, comiendo algo y bebiendo vino. Por otro lado, hoy fui al cine a ver Monstres Academy en una sala ubicada en la ‎Quai de Loire... al frente, cruzando el Sena, había otra en la Quai de Seine a la que se podía acceder cruzando en bote, gratis. Anoche, en plena celebración por la Toma de la Bastilla, unos amigos me llevaron a ver los fuegos artificiales que salieron de la Torre Eiffel desde el Sagrado Corazón, una iglesia super turística a la que hasta ese momento no había ido a visitar.
A propósito del cine, en Francia estas empresas permiten sacar una tarjeta anual, una especie de abono que cuesta cerca de 20 euros al mes y que da el derecho de entrar diariamente a ver todas las películas que uno quiera los días que vengan en gana. Cool.


PD: Sobre Monstres Academy debo acotar... me pareció una linda película, mas no superior a la primera, que vendría a ser en realidad su secuela: Monsters, Inc., cinta que vi en alguna Nochebuena cuando niño, acompañado por mi hermana y mi hermano mayor. Aún los recuerdo riendo... riendo mucho.

sábado, 13 de julio de 2013

Dos al hilo: amor de aquellos

Acabo de terminar de ver dos películas que me han dejado deslumbrado y llorando como una colegiala enamorada: Antes del amanecer (1995) y Antes del atardecer (2004), del director Richard Linklater. Ambas básicamente son una gran conversación entre dos personajes: la francesa Céline (Julie Delpy) y el estadounidense Jesse (Ethan Hawke). La primera narra su encuentro fortuito en Viena, su conexión casi instantánea y como se enamoran el uno del otro. Plantea una serie de cuestiones sobre las relaciones, como el desgaste que estas sufren a lo largo del tiempo o si es posible tener un único gran amor en la vida.
Su aventura empieza así, luego de conocerse en un tren: "Ésta es la idea. Bájate conmigo y visitemos la ciudad. Si resulto ser algún psicópata te subes al siguiente tren. Piénsalo de ésta manera: Imagínate dentro de diez o veinte años, ¿sí? y estás casada. Pero tu matrimonio no tiene la energía que solía tener. Culpas a tu esposo y piensas en los hombres que conociste en tu vida y lo que podría haber pasado si te hubieras quedado con uno de ellos. Bueno, yo soy uno de esos hombres. Considéralo como un viaje por el tiempo del futuro hacia ahora para saber lo que te perderás. Sería un favor enorme para ti y para tu esposo descubrir que no te perdiste nada. Solo soy un fracasado igual a él. Así que elegiste bien y estás muy feliz".



La segunda trata sobre su encuentro en París y la forma en como ambos han madurado a través de los años, sobre todo en la manera en que los dos afrontan las relaciones... sobre lo mucho que puede cambiar la vida a partir de una decisión o un momento determinado, algo que nos transforma y nos revuelve el universo desde sus entrañas más profundas.



PD: Ya está en cartelera la tercera parte de esta interesante y romántica historia: Antes de la medianoche. Definitivamente no me la voy a perder. Luego les cuento ;) Mientras tanto, pueden leer este post de Cinescalas sobre las dos primeras películas: "Las escena del día: Antes del amanecer / Antes del atardecer".

viernes, 12 de julio de 2013

Promesa cumplida

El mes de junio del 2010 fue un mes especial para mí, pues un día de esos prometí no volverme a decir "no", nunca más, y creo que hasta el momento lo he cumplido. Es curioso: hace un par de días estuve hablando de la vida con una amiga mexicana que he aprendido a querer mucho en estos meses. Le conté que extrañaba mi país, pero que, paradójicamente, la mayor parte de las cosas que me hacen falta forman parte del camino que tracé tras aquella promesa, cosas que antes de ella no era capaz de apreciar y que incluso me desagradaban, como el ir a la playa o el salir a bailar y amanecerme en una discoteca, detalles por los que hoy cambiaría el Arco del Triunfo, y que seguro recuperaré inmediatamente apenas ponga un pie en Perú, sea en el tiempo que sea. Y pensar que en algún momento creí que Lima ya no me podía ofrecer nada... definitivamente hay que agarrarle el gusto a las cosas y aprender de todo... de todo.

Harder, better, faster, stronger - Daft Punk

jueves, 11 de julio de 2013

La chibola

Una noche del mes de junio del 2010 me la pasé genial siendo un extraño entre extraños. Recuerdo que dos días antes, una chica muy linda, bastante menor que yo, se colocó ante mí y me invitó a su fiesta de cumpleaños. Yo no la conocía nada, así que me pareció interesante la espontaneidad de la situación. Y fui, y la pasé bien, tanto que catalogué ese momento como "mi pequeña previa a París", porque en apenas unas horas toqué un poco del cielo que jamás me había permitido siquiera mirar y porque hice algo que nunca antes había efectuado: me dejé llevar.
Recuerdo que la chica se me acercó en un momento de la reunión y aplaudió mi soltura y no me dejó ir hasta que finalmente bailé un poco con ella. Luego de eso, salimos un par de veces. Debo admitir que la pasaba muy bien a su lado y que me encantaba hacerle bromas por la diferencia de nuestras edades y caminar kilómetros junto a ella solo para dejarla en la puerta de su casa, dulce, y despedirla con un beso en la mejilla prometiéndome ver alguna película de las miles que le recomendaba. Sin embargo, la relación se tornó un poco como el juego del gato y el ratón y ello me desanimó porque sentía -siento- que no estoy para perseguir a nadie, así que lo dejé ir: "solo amigos, eso estará bien... no voy a esforzarme por más".  
Seguimos en contacto, separados por algunos distritos limeños, hasta que años más tarde, como había ocurrido aquél 2010, me invitó nuevamente a una fiesta suya de cumpleaños. Fui radiante, ligeramente decepcionado por algunos desencuentros amorosos intermedios, y la vi tan linda como antaño... y la vi más segura de sí misma... y la vi más madura... y la vi acompañada de un tipo que resultó ser su enamorado y que la apretó fuerte en el momento que nos notó conversando totalmente ajenos al resto de invitados.
Aquella noche terminé en Barranco viendo como ambos se divertían y besaban. Salí del Dragón y mientras me empujaba un sánguche Monstruo me tomé el tiempo de actualizar mi estado en el Facebook: "Una oportunidad perdida", escribí. "La dejé ir", pensé. "Quizá fui demasiado perfeccionista... quizá en su momento debí de haber entrado en su juego un poco".
Me subí a un taxi hecho un perdedor total. Camino a casa vi que alguien había comentado mi lamentable mensaje: "Puede que me haya pasado lo mismo, ¿hablamos?". Eran las tres de la mañana. Después de eso comencé a salir con una mujer de mi edad, de una belleza distinta a la de la chibola, mucho más cauta y difícil de interpretar. Y nuestras citas se prolongaron hasta el día en que supe que se me abrían las puertas de Francia.

Hasta que lo pierde - Jandy Feliz

lunes, 8 de julio de 2013

Pégame tu vicio II (Doom, las chicas y PES vs FIFA)

Si Contra fue un salto alto en mi viciosa vida, Doom fue un salto con garrocha. Cuenta la leyenda que luego de que ID Software lanzara el recordado videojuego de disparos en primera persona, este se convirtió en leyenda. Yo mismo he revisado artículos en francés sobre el caso durante mi estancia en París, aconsejado por la profesora de mi curso de Videojuegos e industrias culturales. Resulta que este fue uno de los primeros  games de computadora que brindaba la posibilidad de jugar en línea explotando las funcionalidades recién desarrolladas de la world wide web. Una cosa de locos que en mi caso me sorprendió con su versión número dos, una guerra contra enemigos siniestros que a menudo me causaba repulsión y, a la vez, interés. Por ello, para paliar el miedo a los escenarios oscuros y criaturas diabólicas me la pasaba superando los niveles al compás del Greatest hits II de Queen, cantando, disparando, hasta que alcancé un level tan elevado que pasaba el juego en modo Nightmare, el más difícil (bueno, nunca tanto).


    
Mis padres empezaban a preocuparse: "Este niño pasa más tiempo en la PC que en la calle jugando al fútbol", decían, mientras los amigos de mis hermanos me fastidiaban cuando intentaba patear un balón: "Control + A", me gritaban. Ok. Pero ese interés por entenderlo todo de las computadoras hizo (hace) que hoy en día sea lo suficientemente bueno como para instalar un sistema operativo. Ok. Circle of death era (es) mi mapa favorito de Doom 2, en particular por su música: ¡una salsa!
Llegado a este plano, debo hacer una confesión: si al inicio del juego hubieran dado a elegir entre un personaje masculino y otro femenino, seguramente hubiera elegido el segundo, ¿por qué? no tengo ni idea, pero siempre que se daba esa posibilidad, lo hacía, como ocurría con al arcade de GI-Joe, en el que elegía a Scarlett -y que pudimos disfrutar mis primos, mi hermano y yo gracias a una máquina estratégicamente colocada en un club de invierno en Chaclacayo al que solían llevarnos de niños-, o como ocurría -caso más grave- con el primer Mario Kart de Super Nintendo, el mejor de todos, en el que Peach terminaba guiñándome un ojo.



Otro regalo de la computadora fue el X-Wing, en el que el usuario se convertía en un piloto rebelde dentro del universo de Star Wars, y especialmente FIFA 94, que me enganchó por su gameplay, bastante distinto a los juegos tradicionales de fútbol que por entonces se veían en el mercado del vicio (sea legal o pirata). Desde entonces, siempre he creído superior a los FIFA sobre los Pro Evolution Soccer, que por tierras incaicas llegó en sus primeras versiones como Winning Eleven. Uno muy especial, por ejemplo, fue la versión 2008 del mismo: ¡Ah!, ¡qué buen Barcelona teníamos por entonces! con Ronaldinho de personaje carismático, un Messi reluciente y un Samuel Eto'o endiablado.

domingo, 7 de julio de 2013

Pégame tu vicio I (Mario, Contra y hacks peruchos)

Cuando me engancho a un videojuego no hay nada en el mundo que me quite la atención del mismo, salvo, claro está, su finalización decorosa. Es un poco extraño, pero me es imposible definir las razones que me han llevado a desarrollar tal afición, en cambio, lo que si puedo señalar es el momento en que esta empezó y fue cuando tenía cinco años. Culpo de esto a mi señor padre, pues fue él quien me presentó uno de los juegos más populares de todos los tiempos: Mario Bros. Así, bajo su tutela, aprendí a saltar en diagonal, a matar a los "patos" (koopa troopas) y a salvar a la princesa. Fue mágico. Mientras tanto, él se la pasaba de lo lindo con un juego de carros llamado Road Fighter.



Cierta Navidad Papá Noel llegó con un Maxplay y la alegría en mis ojos se tradujo posteriormente en miles de horas de ocio. Con esas, ir al Campo Ferial Polvos Azules, ubicado a la espalda del Palacio de Gobierno (hoy, alameda Chabuca Granda) era mi más grande vacilón, pues miles de cartuchos para el bicho ese aparecían interminablemente colgados en los cientos de estantes del infinito centro comercial. Y un día mi viejita me compró uno amarillo, con la cara de un par de tipos duros en la cubierta: Contra. Y entonces, el acabose, tanto, que incluso solía levantarme a las seis de la mañana para entrar furtivamente a la cocina de mi casa, donde se encontraba uno de los dos televisores que teníamos (el otro estaba en el cuarto de mis padres). Del juego, aprendí a pasarlo completo, desde el inicio, sin trampas, hasta que de un tiempo a otro simplemente lo dejé de lado.



Cuando el Super Nintendo entró al mercado peruano marcó una revolución. Garajes, comedores, jardines y talleres fueron empleados para abarcar la demanda de miles de infantes y adolescentes gustosos de saciar sus apetitos de juego. "Vicio", era la palabra más usada para referirse al lugar donde se podía alquilar desde 15 minutos hasta lo que te diera la gana de tiempo para jugar, y "vicioso" era aquél que alquilaba. No era, sin duda, una actividad bien vista por los adultos, pues supuestamente hacía perder tiempo, desconcentraba y había quien señalaba que era cosa del diablo y que provocaba reacciones malignas en los niños, desde convulsiones hasta malcriadez.
La primera vez que vi un juego de Super Nintendo fue en un vicio que quedaba a una cuadra de mi casa: Street Fighter. Al poco tiempo, nadie me ganaba (menos si elegía a Ken). Me convertí así en el típico jugador a quien todos quieren vencer, el "espeso", al que odian por vicioso y porque -según las reglas- no soltaba el mando nunca al ser imbatible. Mientras ello ocurría en la poca infancia que recuerdo de mi vida y el inicio de mi adolescencia (Top gear, ¡yeah!), en el Perú pasaba algo más grande: las galerías de Wilson se consolidaban como emporios de lo informático y Polvos Azules era trasladado a otro lugar más amigable, luego del gran incendio de 1993. El mundo pirata en el país se extendía y aparecían los primeros hacks "made in Perú" basados en videojuegos. El primero, una actualización del Super Soccer con equipos peruanos, que le dio pase a otro muchísimo más popular y aplaudido: el Soccer Exitante, hack del International Superstar Soccer, que causaba gracia por su presentación, ya que esta incluía la recordada frase de Monchi la Pataclaun: "¡Horrible, oye!". Y, como no, el Descentralizado 1995, hack del Soccer Shootout, que empezaba con el video del famoso puñetazo que le propinó Nunes a Kopriva en un partido entre Universitario y Alianza Lima.

viernes, 5 de julio de 2013

No me verás en el subte

La llave que yo tengo puede abrir tan solo el corazón de los extraños. Las almas que no tienen dónde ir se vuelven a reunir en subterráneo ♫



Ella te quiere. Era el resumen que uno de mis mejores amigos solía decirme respecto a mi relación con una chica que me gustaba y que a menudo me trataba como a un can. Ante su argumento yo reaccionaba diciendo lo que aún creo: "Tu puedes decirle a alguien 'te quiero', pero si no eres capaz de demostrarlo ese sentimiento no vale nada, pues son las acciones las que pueden cuantificar el tamaño del cariño. Te doy este caramelo porque te quiero... eso es algo. Soy capaz de escucharte y luego de cambiar una actitud mía porque te quiero... eso también es algo. El simple hecho de querer no posee ningún valor per se".
Anoche fue lo mismo, como si el tiempo no se hubiera movido por más de diez años: "Una señal, un simple gesto puede salvar una relación, sea en el presente o en el futuro", le dije, y él contestó: "Te haría bien aprender a identificar que las señales, en ocasiones, no son las que tú crees que son. El budismo dice 'a veces las señales se pueden confundir, así que no nos debemos guiar de la realidad aparente'. A veces no hay señales porque la gente tiene el derecho a no darlas". "Entonces, sobre eso, uno está también en su derecho de decir 'no me esfuerzo nunca más por esta relación', y se acabó el asunto, ya que una relación es dar y recibir, si no hay de ello, pues a otra cosa...". "Lo que yo he aprendido es a no esperar más de lo que las otras personas (seguras de sí) saben que pueden dar. No hay más. Así no me hago daño yo y no se hace daño la otra persona. Por eso es chévere compartir con alguien -con una chica- que esté segura de lo que es". "Tú alguna vez me dijiste que ella lloró al escuchar Historia de las sillas, una canción que sabía era mi favorita de Silvio Rodríguez... esa es una señal, por ejemplo, de lo que sentía, y solo por eso en este momento creo que algún día podríamos volver a ser amigos. Sabes, solo por eso me encantaría hablar con ella". "No te preocupes, eso ya ocurrirá en su momento, cuando tenga que ser".

Yo recuerdo tu piel, yo recuerdo tu voz como las estaciones. Yo te ví reir, ya no llores. No me verás. No me hablarás. No me verás. No me verás ♫

miércoles, 3 de julio de 2013

Como diría Antonio Tabucchi...

Tiene usted un fuerte superego, señor Pereira, y ese superego está combatiendo con su nuevo yo hegemónico. Está usted en conflicto consigo mismo en esa batalla que se está desarrollando en su alma. Tendría que abandonar a su superego. Tendría que dejar que se fuera a su destino como si fuera un desecho. ¿Y qué quedaría de mí?, preguntó Pereira, yo soy lo que soy, con mis recuerdos, con mi vida pasada, la memoria de Coimbra y de mi mujer, una vida transcurrida como cronista de un gran periódico, ¿qué quedaría de mí? La elaboración del luto, dijo el doctor Cardoso, es una expresión freudiana, perdóneme, soy sincrético, y he pescado un poco de aquí, otro poco de allá, pero usted necesita elaborar el luto, necesita decir adiós a su vida pasada, necesita vivir en el presente. Un hombre no puede vivir como usted, señor Pereira, pensando solo en el pasado. ¿Y mis recuerdos?, preguntó Pereira, ¿y todo lo que he vivido? Serían tan solo memoria, respondió el doctor Cardoso, y no invadirían de forma tan avallasadora su presente. Usted vive proyectado en el pasado. Usted está aquí como si estuviera en Coimbra hace treinta años y su mujer estuviera todavía viva. Si continúa así terminará convirtiéndose en una especie de fetichista de sus recuerdos. Quizá se pondría a hablar con la fotografía de su esposa. Pereira se limpió la boca con la servilleta, bajó el tono de voz y dijo: Ya lo hago, doctor Cardoso. El doctor Cardoso sonrió.

PD: Sostiene Pereira, capítulo 20.

Decir adiós - Amén