viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Y si fuera ella?

Esta vez Dios no me hizo el milagro. Esta vez no ocurrió como en el 98, cuando le pedí por mi ella y me la colocó cerca, sonriente. Esta vez le imploré por permitirme cruzarme con la única persona capaz de sacarme de la incertidumbre en la que me encuentro... y no me hizo caso.
Minutos antes me había topado con otra chica, una a la que tampoco veía hace por lo menos cuatro años. Me saludó, me dijo gracias por acercármele y preguntarle como estaba, pero nada más. Mientras ello ocurría, pensaba en lo que me había dicho un pata hace unos días y que es casi lo mismo a la frase de "solo se saca la lotería aquél que antes se ha comprado el billete": "Te le puedes mandar a unas mil chicas, pero más allá de que te den bola o no, tienes más oportunidades de estar con alguna que si te quedas callado". Quise ser pendejo. Deseé ser pendejo, pero no pude. Le hablé un instante, me di cuenta que si bien le había sorprendido mi presencia, no tenía la más mínima intención de seguirme la conversa.
Caminé un rato por Miraflores y recordé a la mujer de la que hablé al inicio de este relato, pasé por donde alguna vez tuvimos nuestra primera y única cita. Me acordé que aquél día estaba lloviendo y que me enseñó que comer helado bajo esas circunstancias es más rico. Pasé por donde vivía antes y se me vino a la cabeza que justamente en la puerta de su casa ella me había pedido salir aquél sábado. Yo temía que ella se diera cuenta que la adoraba. Ella simplemente quería pasar un buen rato.

¿Y si fuera ella?
- Alejandro Sanz

jueves, 12 de noviembre de 2009

El olvido II

Leí en mi antigua morada un post que me gustó, no por la forma en que lo había escrito, sino porque siento que todo sigue igual (o mejor dicho, que sigo sin entender nada)... vaya, ayer una amiga a la que conozco hace cerca de ocho meses me dijo: “Diego, has cambiado”. Así que en ese instante culpé al trabajo y a la partida de mi enamorada a Francia por lo ocurrido, y ahora que lo reflexiono mejor, me culpo también a mí mismo, ya que, por épocas, cuando siento que cierta cuestión me falta, cuando la nostalgia me embiste y algo, pequeño o grande, altera mi rutina, recaigo en la desesperante manía de recordar cosas tristes, y eso me vuelve más imbécil de lo que en realidad soy. En dichas circunstancias, basta una pequeña cosa que salga mal para iniciar el derrumbe de mi ánimo. Una verdadera tontería, desde luego.
Vuelvo a preguntar: ¿Hay algún método para controlar efectivamente las emociones? Y vuelvo a escribir el poema de Benedetti, pues me encanta:

El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido
no olvida el que finge olvido
sino el que puede olvidar.

Detalles - Roberto Carlos

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Payaso

payaso, sa.
(Del it. pagliaccio).
1. adj. Dicho de una persona: De poca seriedad, propensa a hacer reír con sus dichos o hechos.
2. adj. C. Rica. Se dice del artista ambulante enmascarado que debuta en las mojigangas.
3. m. y f. Artista de circo que hace de gracioso, con traje, ademanes, dichos y gestos apropiados.


Pero que le vamos a hacer. Entre sonrisas, las penas se ocultan. Entre máscaras de lengua y gestos. Entre trajes caros o baratos. Todos somos otros, a veces, cuando tenemos la necesidad de callar un secreto o demostrar tanta debilidad como fortaleza. Depende del humor, supongo. Todos somos otros, para los ojos del resto... existen millones de uno en los demás, cada cual con una personalidad distinta. Mañana quien sabe, hoy: payaso.

Payaso - José José

sábado, 7 de noviembre de 2009

Locura

locura.
(De loco).
1. f. Privación del juicio o del uso de la razón.
2. f. Acción inconsiderada o gran desacierto.
3. f. Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa.
4. f. Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo.
con ~.
1. loc. adv. Muchísimo, extremadamente.
de ~.
1. loc. adj. Extraordinario, fuera de lo común.


Nadie sabe lo que realmente importa en la vida hasta que ello le atropella. Una vez despierto del coma, aprovechar para exaltar la maravillosa vida es tan común como perder el juicio por un amor de aquellos... de los buenos, de los que matan. Lo anómalo sería quedarse quieto, limitado por la angustia y la poca voluntad para alcanzar lo que uno realmente anhela... pero pasa, como la frustración, la alegría, el llanto... la amistad de algunos (solo de algunos, felizmente). Privarse de soñar es como ser loco sabiéndolo: nada divertido.

Loco - Andrés Calamaro.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Otra vez Andrés

Al tiempo. Hace mucho que no escribo en este tipo de medio electrónico... si antes lo hacía era básicamente por lo mismo que lo estoy haciendo ahora, ja! desahogo del bueno, pues siempre he creido que no hay nada como un lápiz y un papel para sacar el dolor más desgarrador del fondo del bobo o recordar un momento sublime. No lápiz. No papel. Hay que adaptarse. Así que en lugar de emplear el CatChumis del Windows me paso a emplear este Gato de bronce. No me prometo a mí mismo mantenerlo actualizado todo el tiempo, mas si intentar hacerlo.
Lo del nombre es por una canción de Leuzemia que me fascina y cuya letra coloco líneas abajo. Aún no voy a anunciar nada por el Facebook o el Twitter por flojo y porque, como ya lo expliqué antes, aún no tengo ni idea si tendré un buen ritmo de publicaciones como para mantener enganchados a los tres tipos que a veces me leen.
Para quien no me conoce y tiene algo de curiosidad, solo puedo escribirles alamela, soy periodista, algo ingenuo, muy soñador y por lo general lo que encontrarían en este blog, además de tonterías, son ideas, recuerdos, penas y alegrías de un tipo que apenas y sabe como manejar su vida. Por ahi algunas crónicas... por ahi algunas sorpresas.
Ahi se ven!!!

Gatos de bronce - Leuzemia

Tiene el sonido del viento en sus manos
tiene el secreto del mundo al reves
tiene las palabras exactas una y otra vez.

Se mueve suave y habla despacito
su sonrisa me obliga a correr
mientras ella colorea mis
pasos cada vez.

Con su sombra me enseña un baile
y unos versos sobre gatos de bronce
con su voz se me olvida hasta el nombre otra vez,
pero me siento atrapado de nuevo
cuando la distacia se acerca
y me vuelvo a ver tan pequeño otra vez.

Que me puede quedar depues de ti,
solo verme atrapado y solo, otra vez.