domingo, 13 de enero de 2013

Bitácora de un gato en París: Torre Eiffel II

Desde un lugar elevado todo se ve distinto... en verdad.
Hace un tiempo prometí subir a lo alto de la Torre Eiffel a despecho de mi miedo a las alturas. Hace un tiempo estuve por allí, superé mil 665 escalones y llegué hasta su segundo nivel. A pesar de la sonrisa en mi cara y la emoción del momento, me veía aferrándome como loco a cada bloque de acero que podía y respirando rápidamente a fin de controlar mi pánico inconsciente. Y al bajar, me quedé con el orgullo de haber podido con el terror y la agradable sensación de tener una buena historia que contar, más allá de la experiencia misma.
El viernes pasado Jvlia pisó París al mediodía y seis horas después me abrazó junto a uno de los rieles de la estación Châtelet-Les Halles. Fue lo máximo el poder ver a una amiga tan buena llegar hasta la ciudad que hoy me acoge y tener la posibilidad de pasear con ella, enseñarle sus bondades y hablarle de sus vacíos.
Aquél día terminamos hablando sobre la vida misma mientras tomábamos un vino frente a la Catedral de Notre-Dame, a un lado del Sena. Ella me decía; "¡Mira lo que estamos haciendo!", y yo le contestaba con alegría: "Un verdadero éxito".
Veinticuatro horas después le hice llegar hasta el Arco del Triunfo y, por idea de ella, nos fuimos caminando, a la suerte, hasta la Torre Eiffel. Desde luego que llegamos y nos subimos en uno de sus ascensores rumbo a la cima.


Mientras subíamos, la misma sensación rara de la última vez. Y arriba, en lo alto, mi cara de susto se transformó en sorpresa. Fue magnífico. Posteriormente, bajamos al segundo nivel y, una vez allí, me sentía tan relajado con la vista que Jvlia se divertía tomándome fotos mientras me veía recostarme sobre un pilar, pues, obvio, luego de haber pasado, digámoslo así, por algo "más grave", lo que antes me pareció aterrador, ya no era algo más que un paso, un peldaño superado en el camino por ascender. "Es que una vez que superas una dificultad, si vuelves a vivir algo parecido, pues ya no es tan complicado de arreglar", parafraseo algo que me dijo anoche desde Lima mi adorada amiga Laura. Ciertamente...
Extrañaba abrazar, y abracé a alguien genial, alguien en quien confío. De paso, maté dos pájaros de un tiro: 1) mi miedo a las alturas (otra vez, con más ganas), y 2) la estúpida "promesa" que guardaba en el cajón, junto al mes de abril (para citar a Sabina), de que la primera vez que subiera a lo alto de la Torre Eiffel sería para pedirle matrimonio al amor de mi vida (sí, es idiota... y se los estoy contando :)
Así, en las alturas de París, hice una promesa más cuerda, más digna, frente a Jvlia, pues nunca me alcanzó el tiempo para subir al Cerro San Cristobal y ver Lima en toda su extensión: "Será una de las primeras cosas que haga al volver, luego de abrazar a mi familia y amigos y de comer pollo a la brasa".

Déjate caer - Los Tres

jueves, 10 de enero de 2013

La invención de Hugo

I'd imagine the whole world was one big machine. Machines never come with any extra parts, you know. They always come with the exact amount they need. So I figured, if the entire world was one big machine, I couldn't be an extra part. I had to be here for some reason. And that means you have to be here for some reason, too. 
Solo hay que averiguar de qué y para qué estamos hechos, algo que se consigue, pues, viviendo.

jueves, 3 de enero de 2013

Como diría Alfredo Bryce Echenique...

En el fondo era como si todos estuviesen presintiendo o hasta descubriendo que, así como el amor es ciego, la amistad es entender hasta lo que uno no entiende de sus amigos y perdonarles absolutamente todo, aunque joda.

PD: No me esperen en abril.

I will be there - Britney Spears

martes, 1 de enero de 2013

2013

Cuando esto se publique quizá me encuentre en casa, conversando vía Skype con algún amigo o amiga, saludando a mi familia, o bailando calato al pie de la torre Eiffel. Lo cierto es que cuando un año cambia, todo el mundo piensa que puede empezar de cero. No sé si tanto así, pero es como un rito, una excusa para ponernos metas y dejar atrás el pasado, partiendo con buena voluntad y fuerza.
Particularmente, el año que se fue me dejó cosas increíbles... lloré, sufrí, reí, gocé, bailé, abracé y cumplí con sendas promesas, incluyendo mi gran objetivo de poder viajar a París... así que afortunadamente no me enganché, jajaja, aunque sí, quise, por mucho, sin arrepentimientos... y avancé todo lo que pude. Por ello mismo, creo que no me vale ninguna queja, salvo... tal vez, algunas contra el sistema administrativo francés que... ejem... bueno... que el 2013 sea un mejor año para todos, que nos encuentre llenos de sueños y expectativas que podamos encarar con optimismo...


... optimismo... escribo y justo recuerdo que hace dos días conversé con uno de mis más grandes patas, el buen Ángel Hugo, y me llamó gratamente la atención que, tras lorear sobre ciertos temas romanticosos y, por ello mismo, puntiagudos, me dijera que yo seguía siendo el mismo optimista de siempre, algo que me había comentado, además, otra amiguísima, Ángela P., durante una llamada internacional... y "¡qué gusto!", me comentaron ambos, y yo mismo creo eso, ¡qué gusto!, porque uno debe serle siempre fiel a lo que cree, a su manera de ser feliz y de obtener el éxito, y a lo que es en esencia. En ese sentido, al parecer, el camino trazado es el correcto, con todo y sus baches, su Metropolitano o su RER.
Eso respecto a mí. En relación al mundo, lo mismo que podría querer una miss universo, toda regia: paz, ¡chan!
Así que, sea la forma como lo hayan empezado, yo probablemente tomando vino o comiendo uvas, espero que disfrutaran la noche y, sobre todo, ojalá y que se la pasen de lo lindo el resto del 2013.
Se me cuidan.

New Year's Resolution - Otis Redding / Carla Thomas