jueves, 18 de marzo de 2010

El anillo II

Y no podría asegurar que lo asesinaron, pero algo de pesar carga consigo el pobre. Tiene el pecho abierto de tristeza y cada vez que me mira lo hace con una nostalgia que parece quitarle cualquier atisbo de brillo plateado. Pensé que nunca lo haría, pero hace unos días lo arranqué de mi dedo. Simplemente no soportaba contemplarlo al lado de su primo, otro que había concebido como el símbolo de una promesa: encontrarla nuevamente y no dejarla nunca más.
Lo arranqué de mi dedo en medio de una depresión que ya tenía tres semanas atormentando mi alma y luego de decidir que tendría que salir de ella sin ayuda de nadie o, más específicamente, sin ayuda de mi gloria, pues esta vez no estaba a mi lado para darme su mano. Ese aro era, es, ella, de allí que lo tenga ahora resignado en una cajita llena de recuerdos metálicos.
No tengo ni idea de lo que pasará más adelante. Por primera vez en mi vida me había quedado sin ningún plan. Por eso el terror que me ha consumido durante los últimos días. Por eso la melancolía… el miedo a perder aquello que considero lo más importante de mi vida… el pánico a dejar morir todos los sueños que alguna vez quise compartir. Aún no me levanto de eso, pero lo voy a hacer… gracias a todas aquellas personas que han aparecido de pronto, justo cuando más las necesitaba, al apoyo de mi familia y uno que otro outsider sonriente, pues a partir de todo ese cariño, y a mi casi ultrajado amor propio, nuevamente tengo planes, varios.
Es interesante como funciona la memoria. Hay tantas cosas que a uno se le vienen a la cabeza cuando está afligido… saben, hace mucho que no experimentaba el deseo de escuchar frases alentadoras y filosofar, pues nunca está más filosófico un hombre que cuando está triste. Cuando uno está mal, se piensa en las cosas que realmente son significativas para uno… y veo el anillo aquél, bueno, no en plata y hueso, en mi cabeza, y luego miro el dedo anular de mi mano izquierda y creo que algo falta, pero no puedo hacer nada para cambiar ello.
Antes de estar con mi armonía yo solo funcionaba. Iba de la universidad a mi casa y de mi casa a la universidad, salía con mis amigos y reía, pero no reía desde el fondo. Creía que el mundo era así, que uno tenía que seguir andando como una oveja tratando de hacer el bien sin mirar a quien y evitando hacerse problemas. Luego de estar con ella reí, me cagué de risa. Empecé a querer ir al cine, al teatro, a un concierto. Quise experimentarlo todo con ella y enseñarle a ver el gusto en las cosas simples, como mirar el cielo, descansar sobre el césped del bosque (de Letras) o escuchar música tranquilamente a obscuras… y aprendió, le dio importancia a todo ello porque venía de mí, su angelito. Todo eso fue muy lindo, pero no bastó… al tiempo, eso no era suficiente ya para hacerla feliz… y quizá tampoco a mí.
Empezamos a trabajar. Ya podíamos darnos el lujo de ir al cine, al teatro, a un concierto, así que los momentos para contemplar la luna, sentir el grass o escuchar Bijou (de Queen) se empezaron a reducir. Ya no éramos más los chicos que se enamoraron, ahora nos amábamos y , claro, como no, nos peleábamos, la mayoría de las veces por lo mismo, por tonterías que tal vez pudieron haberse solucionado conversando bonito, sin discutir, pero bueno, eso ya es historia antigua.
Luego sigo…

Tres cosas: La historia del aro que llevaba puesto (en mi antigua casa), Bijou, y un poema del cubano José Ángel Buesa… no por algo particular, solo porque es triste y cálido a la vez.

Te digo adiós si acaso te quiero todavía
quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós
no sé si me quisiste... No sé si te quería
o tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste y apasionado y loco
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco,
pero si sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo
Y el corazón me dice que no te olvidaré.
Pero al quedarme solo... Sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós y acaso con esta despedida
mi más hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario