viernes, 30 de agosto de 2013

Bitácora de un gato en París: Decir chau y adiós

Confirmé que no me gustaban las despedidas cuando miré a mis padres, hermanos y a mis mejores amigos mover sus manos y decirme "chau" hace como un año, cuando dejé Lima y vine a estudiar a París. Son tristes, sí, y te dejan la sensación de que estás dejando atrás algo importante que difícilmente puedas volver a ver. En aquella oportunidad fue triste, sí, pero en el fondo sabía que era más un "hasta pronto", ya que iba a ver a toda esta gente genial nuevamente, porque viven en mi país y porque son personas que quiero, que me quieren y que de hecho harían lo que estuviera a su alcance para reencontrarse conmigo. Por otro lado, es aún más triste, sí, cuando le dices "adiós" a alguien que no sabes a ciencia cierta si volverás a ver en lo que te resta de vida. Por ello mismo, y como he estado tratando de hacer, pese a que no me gustan las despedidas, intento pasar la mayor cantidad de tiempo posible con los amigos que he hecho en Francia. Duele, a varios ya les he dicho "adiós", por más que en algunos casos, tal vez, sea solo un "chau, hasta pronto", considerando que la mayoría de ellos son latinos y ahora, más que nunca, tenemos planes de viajar por todos nuestros países (si se da la oportunidad). Y pensar que antes no tenía a quien abrazar.
Por otro lado, algo que me parece atroz de una despedida es que cuando llega hace que todas nuestras expectativas respecto a lo importante que somos para alguien se disuelvan. Es triste, sí, cuando crees que le importas mucho a una persona y ella no reacciona al verte partir.


PD: Nunca hay que dar por sentado nada, la verdad. La mujer que yo creía el amor de mi vida se despidió de mi en un aeropuerto. Yo le había prometido no llorar y me tragué mi dolor con tal de no hacerle sentir mal. Justo antes de meterse al embarque me miró con cara de "te quiero abrazar", pero lejos de poder correr a sus brazos, sabía que a nuestro lado estaba su madre, quien me detestaba -entre otras cosas- por "pobre", y si me le lanzaba -como que tenía ganas de hacerlo- seguro esta hubiera armado un escándalo destructivo para la condición en la que se encontraba mi ex (despidiéndose de sus seres queridos). Así que la miré con cariño y le sonreí mi mejor sonrisa obligándome a decirle solo un "hasta pronto". Durante los meses siguientes le repetía a la distancia que me moría de ganas de darle aquél abrazo que nunca le di, que eso sería lo primero que haría al darle el alcance en París, pero como "todo tiene su final, nada dura para siempre", la relación se hizo trizas y ese abrazo se secó en el desierto de lo imposible. Conclusión: Nunca más dar por sentado algo... y abrazar mucho a quienes queremos como si no los fuéramos a ver jamás.

La despedida - Daddy Yankee

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