No sé si te tengo, no sé si vienes o si vas ♫
Antes de saber que tenía una posibilidad de llegar a París me obsesioné con una chica a la que creía la mujer más fría del mundo. Me gustaba conversar con ella porque por alguna razón me metí en la cabeza que tenía la misión de entenderla, además, valgan verdades, me gustaba... tanto, que la primera vez que la vi me pareció una de las mujeres más lindas que había visto en mi vida. Con esas, el saldo no fue muy agradable. Una vez, solo una, fuimos al cine, y para mí fue la gloria entrar con ella, y mejor, salir con ella conversando sobre la película y creyendo que más momentos como aquél nos asegurarían una buena relación. Pero fría, al fin y al cabo, difícilmente pude medirla y sobre la marcha terminamos jugando al gato y al ratón durante un tiempo que me desgastó mares. Sin embargo, un día, cuando la toalla de besarla ya había sido lanzada al suelo me sorprendí teniéndola frente a mí, llorando como una magdalena: era humana, después de todo, así nadie más que yo lo creyera. Durante el transcurso de mi nuevo intento por descubrirla, recibí la respuesta de una universidad parisina y posteriormente viajé a Francia. Luego de saber que tenía una posibilidad de llegar a París no sabía si contárselo o no, pues me daba un poco de miedo saber cómo reaccionaría: con pena o indiferencia, así que finalmente opté por no contarle nada. Cuando se enteró, quizá molesta por no haberla tomado en cuenta, solo me pidió confirmarle la noticia para luego mandarme -vía chat- un gélido "ok, buen viaje".
Una vez en Francia, y conociendo mis escasas posibilidades de quedarme un año más, me descubrí casi por instinto preocupándome por una mujer con la que he vuelto a tener la misma sensación, la de estar frente a un iceberg más duro que el Titanic o mejor: ante un muro inquebrantable e infranqueable, aún más duro que el previo. "Es mi Waterloo", pienso ahora, porque cuesta mantenerse a flote. Me gusta, quizá sea que estoy solamente obsesionado con su terquedad, pero -rayos- me gusta e incluso creo que si fuera menos cerrada podríamos tener una super relación (de amigos, de ser solo el caso), mas no se le puede pedir peras al olmo, ya que uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser... y si ese es su carácter, ni haciéndole cosquillas. Yo creo en el amor, pero no necesariamente en el amor correspondido, que son dos cosas distintas. Yo creo en que es posible dar y recibir confianza mayúscula y que cada persona tiene la capacidad de sorprender a otra y de ser mejor cada día si así lo decide (algo que me demostró la chica de la que empecé escribiendo). Con esas, nuevamente me vi con el miedo de anunciar un viaje, la distancia forzada... y lo que recibí fue algo parecido: "ok, buen viaje", aunque con un floro más extenso y políticamente correcto. Insisto, cada quién con sus manías y costumbres, cada quién con su forma de enfrentar los problemas y de mostrar sus sentimientos... pero igual, jode... porque yo me la paso muy bien con ella y está claro que la voy a extrañar mucho así no haya un viceversa... quizá uno de estos días se lo diga... quizá.
PD: Algo que me pareció demasiado cague de risa :D
Colofón: Y claro, algo obvio... aún no sé si anunciarle a la chica del inicio mi probable vuelta... pues igual, hay un poco de temor al "a mí qué me importa".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario