Razón tiene Silvio Rodríguez cuando en Óleo de mujer con sombrero dice:
Los amores cobardes no llegan a amores,
ni a historias,
se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.
Y desde luego la tiene también en Historia de las sillas al comparar los objetivos de vida con un camino lleno de muebles con los que uno puede ser tentado a descansar.
El trovador cubano tiene una frase buena para cada momento y es capaz de tocar el corazón del mundo con sus composiciones. Es la voz.
Hallazgo de las piedras, por ejemplo:
Ya descubrí los ascensores,
los cines y las construcciones,
la fosforera y el avión;
y otras cosas que conozco bien,
que cuando niño no sabía observar.
Entonces no necesitaba:
con los juegos siempre basta
para comprender.
Eso es todo. Tenía que poner algo de Silvio en este instante que escucho Ojalá:
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Algunas recomendaciones: Hoy mi deber, El sol no da de beber, Canción en harapos, Réquiem, Por quién merece amor, Quien fuera, Te conozco, Solo el amor, En mi calle...
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