domingo, 7 de marzo de 2010

Algunas divagaciones

¿Qué tan importante es decir te quiero? Es señores y señoras, muy importante, tanto como demostrarlo con pequeños y/o grandes detalles. Es como besar… te nace hacerlo, te da gusto hacerlo y, lo mejor, el que recibe el gesto se queda con un buen sabor de boca. No tengo más argumento que este, por el momento, en parte por mi estado anímico calamitoso.
Cuando un empieza una relación con otra persona, creo yo, lo natural es que planifiquen ciertas cosas. Ir a la playa el domingo, verse para ir al cine, llamarse religiosamente a las 9 de la noche, en fin. Cuando uno prolonga una relación con otra persona, lo normal es que esas cosas que planifican se tornen mucho más tiradas a largo plazo. Conocer a los padres de cada uno, convivir, tener un hijo juntos. Cuando uno ve la vida en pareja, lo corriente es que los sueños de ambos se mezclen y adapten. Lo usual es que el sacrificio se vuelva su bandera, sin que este sea excesivo.
“Hoy día hago esto por ti porque puedo, mañana haces eso por mí porque tu puedes”. Cuando se tiene una relación, es obligatorio pensar en el otro porque ese otro es importante para uno… y se toman decisiones compartidas en pos de una mejor convivencia CONVERSANDO, siempre conversando.

Cito un fragmento de “La teoría del papel” escrito por su servidor bajo una idea de Johanna Pilco:

La amistad se puede diagramar de la siguiente forma: Dos globos unidos a través de una cañita. Cuando uno pierde aire, lo gana el otro. "Bonita forma de definir lo que te ocurre", le dije a Margarita, trasformadísima luego de conocer a quién según ella era el amor de su vida, un tipo serio, capaz de emanar tranquilidad hasta en la situación más adversa. "La persona perfecta para ella", como le expliqué tiempo después a Augusto, el día de su boda.

Tu amiga se alejó de ti. Le hubieras sacado en cara su dejadez. No, porque entiendo que estabas muy ocupada tratando de rehacer tu vida. Igual, esa no es excusa. Disculpa. Termina por favor de explicarme eso de los globos...

Repito: Cuando uno pierde aire, el otro lo gana a través de la caña, y cuando uno se va desinflando, el otro le cede un poco de oxígeno para no dejarlo extinguirse, ¿pero qué ocurre cuando uno de los dos es tan egoísta que solo recepciona y se olvida de su siamés compañero? El otro termina muriéndose de pena. Exacto.

Detalles - Óscar de León

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