Será el cambio de clima, pero hoy, en particular, me siento -como puedo explicarlo- con ganas de usar el pasado como un sofá, recostarme sobre él y quedarme un poco con los recuerdos buenos y malos por igual. Por lo general, creo, este debería ser empleado para impulsarnos, pero hoy, repito, prefiero quedarme quieto un rato y reflexionar sobre toda la marcha.
Una muchacha me preguntó mi edad hace unas horas: 27 años, le contesté, y ella me comentó que tenía 22, que era una niña aún. Yo me cagué de risa. Vaya que lo era. Habló, habló y habló; y yo, escuché, escuché y escuché... y pensé: "¿Esto es lo que realmente quiero?".
Días atrás discutí con alguien sobre lo insignificante que es para la experiencia presentar una edad avanzada, pues tener 70 abriles en la espalda no garantiza saberlo todo, haberlo vivido todo. Digamos que un tipo de 25 puede haber pasado por más aventuras o desventuras que otro de 38. Ahora bien, esas mismas aventuras o desventuras no aseguran un grado de madurez medianamente bueno, a menos que se les haya sacado -como se dice- el jugo, que pudieran dejar huella... que uno finalmente fuera consciente de ellas.
Será el cambio de clima, pero hoy, apenas llegué a mi casa tras un laaaaaargo día de chamba y estudio, prendí mi computadora y me puse a repasar fotografías mías al lado de gente a la que quiero y a la que quise. Tantas sonrisas, tantas que no cabían en la pantalla. Entonces pensé: "Esto es lo que realmente quiero. Más de aquello, mucho más de aquello".
Esther fe - Libido
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Carpe diem... a los veinte, a los cincuenta. Solo C A R P E D I E M!
ResponderEliminarAsí es mi estimada, así es!
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