lunes, 21 de febrero de 2011

Soy leyenda

Se estremeció. Todas las noches sucedía lo mismo: empezaba a leer y a escuchar música. Luego pensaba en aislar la casa, y finalmente pensaba en las mujeres… Entonces encendía el proyector y veía una película, o comía mucho, o bebía mucho, o aumentaba el volumen de la música hasta lastimarse los oídos.

¿Se imaginan vivir en un mundo en el que no exista nadie más que uno? Tal es la maldición de Robert Neville al convertirse en el –supuestamente- único sobreviviente de una pandemia que transformó a todas las personas que había en la Tierra en vampiros sedientos de sangre.
La monótona forma en que transcurren los días deja al protagonista en una soledad tan aplastante que su cordura una y otra vez roza la locura, sobre todo, porque los recuerdos del pasado de su esposa y su hija no dejan de atormentarlo (la parte en la que encuentra un perro y la forma en que intenta salvarlo es de las mejores).
El libro Soy leyenda fue escrito por Richard Matheson en 1954 y adaptado a la pantalla grande en numerosas oportunidades. El año 2007 se estrenó una película en la que el buen Will Smith hace el papel de Neville, quien –como en la obra original- se encarga de matar a los vampiros que puede durante el día (cuando son más débiles) y de defenderse durante la noche.

(Spoiler tras el trailer de la cinta dirigida por Francis Lawrence).



La parte que más me llamó la atención de la novela de ciencia ficción escrita por Matheson fue el momento en el que Neville filosofa sobre quiénes eran los vampiros:

“La fuerza del vampiro reside en que nadie cree en él”.
Gracias, doctor Van Helsing, pensó Neville dejando a un lado su ejemplar de Drácula… En efecto. El libro era un compendio de supersticiones y convencionalismos simples, pero esa línea decía la verdad. Nadie había creído en ellos, ¿y cómo se podían luchar contra algo inverosímil? Así había sido… Los vampiros pertenecían a otra época, como los idilios de Summers o los melodramas de Stoker. Eran apenas unas líneas en la Enciclopedia Británica o quizás material para escritores o películas de mediana calidad. Una débil leyenda que se había transmitido de siglo en siglo.
Bueno, pues ahora era cierto.

Puntualmente porque tiene relación directa con el hecho de ser minoría, lo cual es mmm... interesante. Al final, a diferencia de la película del 2007, en la que Smith muere tras lograr dar con una cura para la enfermedad que acabó con la humanidad y convertirse así en “leyenda”, Neville es ajusticiado frente a una gran multitud de vampiros para quienes él era el monstruo, el tipo que los asesinaba sin que ellos se dieran cuenta, la maldad que pronto se apagaría y se convertiría en leyenda, en un ser que para el futuro de la nueva raza tal vez solo habría existido en algún libro o a manera de superstición.

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