viernes, 4 de febrero de 2011

El miedo II

Es fascinante la forma en que el miedo puede adueñarse de nuestros corazones y limitar nuestra capacidad de tomar decisiones o hacerlas efectivas, por más irracional que nos pueda parecer no enfrentar un problema.
Creo que hay miedos lo suficientemente poderosos para detener nuestro caminar. Creo que, por lo general, estos tienen raíces tan profundas que apenas y podemos saber cómo hacerles frente. Creo que, como escribí hace unos meses, hay dos tipos de miedo: el malo, el que frena; y el bueno, el que hace darnos cuenta de las cosas que nos son importantes. Respecto al primero, creo que es substancial entender por qué sentimos esas malas sensaciones, comprender el contexto en que se manifiesta y la razón que lo pone en vitrina, para así superarlo y seguir. Respecto al segundo, creo que no hay nada más que comentar.

A propósito del miedo a entregarse en una relación, Paulo Coelho (sí, lo sé, lo sé) pone en A orillas del río Piedra me senté y lloré:

El amor no hace muchas preguntas, porque si empezamos a pensar empezamos a tener miedo. Es un miedo inexplicable, y no vale la pena intentar traducirlo en palabras… Puede ser el miedo al desprecio, a no ser aceptada, a quebrar el encanto. Parece ridículo, pero es así. Por eso no se pregunta: se actúa. Como tú mismo has dicho tantas veces, se corren los riesgos.

Y cito también un fragmento de Brida, del mismo autor:

Una caída de la tercera planta hiere tanto como una caída de la centésima planta. Si tenía que caer, que fuera de lugares bien altos.

Quizá la solución ante el miedo está allí, en dejarse llevar y aceptar las cosas como vengan. Después de todo, creo que los golpes que nos da la vida tienen un fin: hacernos fuertes. Lo fundamental es no dejarnos vencer por ellos y avanzar sin perder de vista todo lo bueno que nos rodea y, además, todo lo bueno que nos deja lo malo.

El miedo no existe - Tiziano Ferro

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