Al menos eso es lo que parece enseñar un documental como el de Searching for Sugar Man, a todas luces uno de los mejores trabajos de producción que he visto en los últimos meses.
De principio a fin, la cinta emociona, atrapa y la historia sorprende: un obrero cantante tiene la oportunidad de poner un disco en el mercado de EEUU. Este no vende nada. Saca un segundo album. Peor. Piensa que su carrera artística acaba allí... sin embargo, décadas después se entera que alguna vez su obra llegó a Sudáfrica y que allá es una estrella de la talla de Elvis o Bob Dylan.
Tarda, pero llega la justicia.
Interesante la reacción de Rodríguez al saberse famoso de la noche a la mañana, pues lejos de sentir que ha perdido la mitad de su vida siendo, digamos, un desconocido, su optimismo termina marchando por delante de cualquier resentimiento. Una joya.
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