lunes, 5 de julio de 2010

La negación

Se pueden hacer muchas cosas, pero al final solo hay dos formas de calificar alguna de nuestras decisiones: correcta o incorrecta. Así, una persona puede sentirse buena o mala en función de la cantidad de actos buenos o malos que ha llevado a cabo, teniendo en cuenta, claro está, que el concepto de ambas valoraciones depende de… ¿de quién? ¿de uno mismo? ¿de la sociedad?
Desde hace algunos meses me ha estado rondando por la cabeza una pregunta: ¿qué sentido tiene exactamente la negación? Por lo general, cuando se sufre algún daño, la gente tiende a justificar lo ocurrido de mil y un formas, pese a que lo más saludable es tener las cosas claras y, en función de ello, sacar conclusiones importantes de cara a futuras experiencias.
A partir de un hecho doloroso o una decisión que pueda generar pena, frustración, o culpabilidad, un individuo que no haya alcanzado el nivel de madurez suficiente para enfrentarlo tratará de justificar lo ocurrido brindando(se) falsas razones, es decir, tratará de disfrazar la realidad, adecuándola a su conveniencia, algo que bien puede resumirse en la frase “ver solo aquello que uno quiere ver”, sin racionalización, y terminará creyendo que esa interpretación de la situación es la correcta.
Según la psicóloga suiza Alice Miller (Por tu propio bien) una gran cantidad de padres utiliza la “pedagogía negra” para educar a sus hijos, a manera de una reacción al daño emocional que ellos mismos sufrieron durante su infancia, de forma consciente, pues creen que así los ayudan a ser más competentes y autosuficientes, pero, a la larga, ello “debilita su auto confianza y curiosidad, lo ridiculiza por su falta de competencia y suprime la expresión de sus sentimientos”, ¿y para qué? Para terminar pareciéndose a ellos y continuar con el círculo.

Navegando por Internet encontré la siguiente lista de “definiciones de la negación”:
a) Afirmación de ideas contrarias al impulso del conflicto (odio, etc.), el cual se rechaza o no se activa su aceptación.
b) Táctica del avestruz (olvidos de hechos, datos, etc.) que evade la realidad mediante la ensoñación.
c) Autoprotección mediante la negación ante realidades desagradables y aspectos dolorosos, tanto de sí mismo como de los demás.
d) Negación del miedo (negación de la realidad) mediante el alarde fantasioso de fortaleza o de la realidad a través de la realización fantasiosa de deseos (neo-realidad).
e) Rechazo de lo dicho, pensamientos o sentimientos formulados o desmentidos, según la forma de decirlo (no es mentira consciente).
f) Reacción defensiva ante la información contrariante “objetos perseguidores” mediante la crítica o la transformación de los datos.
g) Autoconvencimiento de que el objeto de sus deseos “no merece la pena” como en el caso de la zorra y las uvas de Jean de la Fontaine: ....la zorra al no poder alcanzar las uvas, dice: “Bah, están verdes”.

Negar la realidad, esconderse bajo aquello que menos daño pueda hacer, es perjudicial porque ello priva de una fuente importante de información que a la larga puede servir de guía para superar problemas presentes y futuros. El bloquear los sentimientos, el evadir los problemas, el decir “no quiero ocuparme de ellos”, interfiere indefectiblemente en las relaciones que un individuo pueda llegar a tener, pues este suele llegar a ver al mundo circundante (los otros) como la causa de sus males. Dado que la forma principal en que las personas se vinculan y llegan a intimar es a través de experiencias y emociones compartidas, aquellos que reprimen sus sentimientos terminan sintiéndose solos, apartados y no amados, aun en medio de relaciones que parecen llenarlos.

Mentiras piadosas - Joaquín Sabina

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