martes, 20 de julio de 2010

Dependencia emocional

Los entendidos en la materia definen dependencia emocional como un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir desadaptativamente con otras personas (wtf?). Digamos que aquellos que padecen este ¿transtorno? requieren en exceso la aprobación de los demás, por lo que suelen desarrollar relaciones parasitarias con el fin de saciar su necesidad de afecto y preservarlas, llegando a presentar una autoestima deficiente así como un sentimiento continuo de soledad.
Un emocional dependiente no necesariamente busca una pareja a la cual amar, sino una que le brinde seguridad. De esta forma, pese al engaño en el que se desenvuelve, tratará de aferrarlo basándose en una actitud sumisa únicamente para asegurarse la preservación de la relación y no por una entrega y real preocupación por el otro.
Son características de dicho estado: el temor a mostrar los sentimientos y miedos (a consecuencia de un pánico hacia el reproche, al castigo, a la incomprensión, a la soledad, a ser traicionada, etc.), una baja autoestima, menoscabada con impresiones de vergüenza y desprecio hacia sí misma y una incapacidad para cuidarse, autovalorarse y responsabilizarse por sus actos.
En cuanto al plano físico, todo lo anterior trae como consecuencia la pérdida de apetito, alteraciones en el sueño y la memoria, pérdida o poco interés en las relaciones sexuales, fatiga crónica, problemas digestivos, endocrinos y dermatológicos.
En el caso de las mujeres, según la psicóloga Nora Levinton, la madre, al ser la primera figura de apego, es la fuente de identificación (más si se produce la falta de una imagen paterna), es quien establece las pautas de lo que está permitido o lo que está censurado hacer, por lo que su figura será fundamental en el desarrollo de la manera de ser de la persona (niña).
Al recaer en la madre tanto la sede del apego como el papel de primera figura que genera frustración e insatisfacción, se promueven fuertes sentimientos de ambivalencia, pues esto supone para la propia progenitora ocupar un lugar donde o se le juzga negativamente por ser en exceso controladora o se le recrimina no ocuparse debidamente de sus hijos.
Por consiguiente, la hija en la pubertad cuestionará y repudiará a la madre, para poder conquistar la autonomía que siente amenazada, lo que traerá consigo una separación forzosa que no necesariamente le hará olvidar el modelo aprendido.
Posteriormente en la relación de pareja, reclamará un cuidado emocional particular, grandioso, como una manera de reasegurar el vínculo destruido, el cual, de no ser satisfecho, traerá consigo un desajuste entre las diferentes necesidades de las partes involucradas, generando malestar y conflicto.
La persona transferirá dicho comportamiento a cada etapa de su vida. De esta manera, la mujer se sentirá atrapada en relaciones que, por una parte reforzarán su condición de “necesitada” y, por otra, la frustrarán, pues terminará registrando el “abuso” en términos de explotación e intercambios no correspondidos, lo que la llenará de culpa. Querrá desprenderse, para bien o para mal, de su pareja, al no considerarla digna de ella, pero al mismo tiempo sentirá un temor enorme ante la idea de perderla.

Little girl blue - Janis Joplin

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