viernes, 16 de julio de 2010

Entre la tierra y el florero

Te has metido en mi cabeza
y no te puedo sacar
no es que tenga pereza
es que te espero amar.
Wayo Elguera

Me he encontrado en un disparate. Apenas comienzo a entender el singular movimiento de las flores: calmadas, se permiten llevar por el viento, invisible dueño de sus desenlaces y costumbres coloridas. Se adueñan de un tiempo tan corto, que en el trance vital les obsequia una vida pacífica y sin contratiempos; de un sol, que les hace felices con un gran destello o conformes con un rayito tenue, pero por lo demás vigorizante. El rocío, la lágrima que se les escapa después de tanta lluvia; y la luna, romántico astro vigilante en sus noches de estudio.
Las flores despiden aromas (nada egoistas ellas, aunque sí algo coquetas), tan sutiles y divinos, solamente por el gusto de complacer al ajeno comentario de quien suerte pueda perfumarse el alma, entre otros sentidos atrofiados por la vida moderna.
Tu posición es tan frágil como la de una flor. Sabes. No me gustaría verte arrancada del suelo solo para satisfacer el capricho de una mano que se cree diosa de tu destino... solo para satisfacer la mirada incauta de un descomprometido con la simpleza y hermosura de tus pétalos; y aunque aún seas botón, completamente deseosa de aprender a florecer, apenas hay una cosa más linda y dulce que lo bello de tu rostro: tu rostro con la luz de tu sonrisa, desde luego.

Y era así, a pesar de todo, apenas un tenue brillo de su mirada en la mía:
poca cosa (para ella), grande el gusto (para yo).

Lima, 27 de agosto de 2002

Las flores - Café Tacuba

1 comentario:

  1. Seguí la luz.. y me encontré un gato de bronce. Gracias por visitarme y dejar con tus palabras una puerta abierta a este rinconcito de pensamientos. Me alegro de verdad de haber acabado aquí esta tarde de sábado. Un abrazo.

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