miércoles, 7 de julio de 2010

El dilema del erizo

Es rejodido pensar así, pero a la larga, al menos a mí, los años me han demostrado lo siguiente: cuanto más cercana sea la relación entre dos personas, más probable es que se puedan hacer daño mutuamente. No sé si esto sea cierto puntualmente –pues de lo contrario les sería complicado reproducirse-, pero bien vale como figura: dos erizos no pueden aproximarse en demasía el uno al otro porque de hacerlo ambos se hincarían con las púas que llevan sobre sus lomos.
Creo que el tema pasa por un asunto de confianza… cuando uno más se aferra a otro, cuando más uno le expone sus debilidades por un asunto de cariño o de relación fuerte, más posibilidades tiene de salir herido producto de una eventual decepción. Es paradójico, pero un golpe duele más cuando te lo da alguien cercano, pues resulta sorpresivo, impensable.
Entonces, ante la angustia y las malas experiencias, las personas generan sus propias defensas, como barreras o -en este caso- púas, producto del miedo a resultar lastimados o a lastimar, dando como resultado la automarginación, la sumisión, el conformismo o una careta de alegría sin fondo.
Bueno, quería escribir un poco sobre este asunto porque hace unos días volvía a ver uno de mis animes preferidos de todos los tiempos, Evangelion, el cual tiene un capítulo titulado justamente “El dilema del erizo” en el que el protagonista principal (puaj, Shinji Ikari) se escapa de todo ante la presión de quienes lo rodean, algo así.
Tiempo al tiempo. Paciencia y buen humor, son las claves para no convertirse en uno de esos mamíferos espinosos (aunque la historia de “Hans el erizo” también nos da otras salidas)… Así que a repetir la idea hasta que cale… Tiempo al tiempo. Paciencia y buen humor… Tiempo al tiempo. Paciencia y buen humor… Tiempo al tiempo. Paciencia y buen humor…

Tómate el tiempo que quieras - Gianmarco

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