jueves, 8 de marzo de 2012

Y un día se fue

Se fue. Era lo que hace más de un año sabíamos que sucedería, pero igual... duele... duele porque es triste y raro... extraño...
Chilcano se fue como llegó a mi vida: con mis brazos apretándolo fuertemente.
Aquél día, en el que lo conocí, realmente la estaba pasando mal, pero su actitud lo cambió todo: me hizo entender que los cambios hay que saber enfrentarlos como hace un perro, adaptándose.
Aquél día, en el que lo arrebaté -inevitable y egoístamente- de los suyos, terminé por abrazarlo con ganas... díganme idiota o cursi, pero en ese momento lo necesitaba, le prometí cuidarlo con toda mi fuerza si me brindaba ese cariño incondicional que se les achaca a los de su especie, y nunca falló, jamás. Espero no haberle fallado yo, aunque finalmente no lo pude proteger.
Chilcano era un capo. Era mucho más gente que mucha gente, y mucho más noble que muchos nobles.
Chilcano se fue dejándonos a mi familia y a mi los mejores recuerdos que pueda dejar una mascota.
Creo que fue feliz. Se le veía en la cola.
Hace un par de horas tuvimos que tomar una decisión horrible, pero necesaria.
A Chilcano le habían dado un par de meses y duró cerca de catorce, recuperándose una y otra vez, sin embargo, ya no se iba a recuperar más.
Se fue. Duele ver partir a alguien tan querido, mas como siempre he creído: no creo que haya mejor forma de dejar este mundo que sabiéndose rodeado de personas que te aman, y a él lo amamos mucho.
Y él nos amó mucho. Se le veía en la cola.
Será extraño no escucharlo llegar tumbándolo todo o reír mientras mi padre reniega al verlo entrar a la cocina lambisconeando... o sorprenderme como Sebastian le enseña a hacer trucos por comida... o rabiar al notar lo engreído que está gracias a Martín... o reventar en ternura cuando salta y salta como un canguro al sentir a mi madre cerca y mientras le exige un hueso del tamaño de una casa. 
Pero eso es todo... así es la vida... se va alguien y el dolor queda, al menos por un tiempo, hasta que se transforma en otra cosa más aceptable, en recuerdo puro, grato, en algo digno de encenderse.
Se fue. Espero que haya sido feliz.
A nosotros nos hizo muy feliz tenerlo cerca: fue un can fantástico.
Ahora habrá que adaptarse a su ausencia.

Voces - Konstantino Kavafis

Idealizadas voces de aquellos que han muerto,
o de aquellos que para nosotros se han perdido
como muertos.
A veces hablan en nuestros sueños;
a veces nuestra imaginación los oye.
Y en su eco, por momentos, regresan
como en la primera poesía de nuestras vidas
como una melodía que se pierde y se apaga
en la noche.

2 comentarios:

  1. Hermosa historia Diego.. no pude evitar el llanto de principio a fin... creo que de alguna manera has descrito lo que muchos pasamos con esos seres que lo dan todo por nosotros y tienes mucha razón muchas veces son más humanos que los propios humanos.. Gracias

    ResponderEliminar
  2. Gracias por darte una vueltita por aquí... en realidad es extraño no tener cerca a un ser que estuvo un tiempo (largo, corto, lo que sea) a tu lado, pero es importante entender que por algo pasan las cosas y las decisiones que se toman en la medida de las circunstancias tienen que ser las mejores... y si lo fueron, a lo hecho pecho. Un abrazo!!!

    ResponderEliminar