domingo, 25 de marzo de 2012

Tener sed y tomar agua

Imagínate...
Perdido en medio del desierto, a punto de desfallecer... y ruegas por un poco de agua, un poco solamente, para sobrevivir, y hasta te dices: "Daría lo que fuera por, al menos, poder mojar mis labios". Al borde de la muerte, ¡maravilla! ¡milagro! encuentras algo de líquido elemento, digamos, dentro de una botella perdida (¡más suertudo!). Y entonces continúas tu marcha... racionalizas el recurso para que no se gaste innecesariamente y, mientras tanto, cada bocanada de agua te parece la cosa más grandiosa del mundo, la más refrescante, la vida misma. Llegas a una ciudad: te salvas. Porque ya puedes hacerlo, te terminas el resto del agua que quedaba en la botella. Te bañas. Tomas toda el agua que su cuerpo pueda aguantar y alzas los brazos hacia el cielo agradecido por tu buena fortuna. Pasa un tiempo... ya no solo puedes tomar agua... hay Inca Kola, la chaposa más sabrosa, té helado, en fin... muchas más alternativas... el agua ya no sabe a gloria... ya no estás más en medio de un desierto, solo y sin recursos. Ya incluso olvidaste que alguna vez hubieras dado lo que fuera por, al menos, poder mojar tus labios. Tomar Coca Cola te hace más feliz que solo beber agua. Sobrevivir y ser feliz son dos cosas distintas.

Mi enfermedad - Los Rodríguez

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