De París a Lima. Me motivaba muchísimo la idea de aprender a montar bicicleta en París para así superar uno de mis tantos miedos y, de ser posible, verme manejando al lado del canal San Martín, pero el tiempo pasó y no tuve la oportunidad de volverme lo suficientemente experto en el arte de andar sobre dos ruedas. Sin embargo, gracias a una amiga colombiana y toda su paciencia logré experimentar lo que es subir a una bici y pedalear sin caer en el intento. Fue en el bosque de Vincennes. Fue super.
Con el ánimo a mil y la confianza ganada, horas después me veía tratando de perfeccionar mi técnica muy cerca a los Campos Elíseos (ay sí, ay sí) con otra linda colombiana de profesora. Mientras todo ello pasaba, mi corazón saltaba de emoción ante la idea de poder hacer lo mismo en Lima, al lado de mis amigos más queridos, así que apenas tuve la plata, ya en mi rico país -pollo a la brasa consumido- me animé a comprar mi primera bicicleta: una elegante montañera color celeste a quien llamaremos, desde ahora, Leopolda (es broma :P).
La verdad es que estoy muy feliz de haberme comprado una bici. Ahora más que nunca, en Lima se está viviendo un momento en el que se ha reivindicado este tipo de transporte y yo tengo muchos patas que salen a pasear en bicicleta los fines de semana, así que ello me motiva a seguir aprendiendo y a mejorar, pues por ahora pierdo el equilibrio con facilidad y me aterra el hecho de cruzar avenidas demasiado transitadas. Ayer, por ejemplo, mi orgullo me ayudó a no caerme mientras un par de perros mordisqueaban mis piernas. Fue gracioso. Al menos ahora ya puedo ir a comprar pan más rápidamente.
The bike song - Mark Ronson & The Business Intl
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