
El “E”, tal como terminó la promoción de El Buen Pastor (BUP) de 1998, se formó dos años antes, luego de que los administradores de nuestro centro educativo creyeran conveniente chocolatear a los cinco salones que iban a formar su cuarto de secundaria.
Llegado a este punto, tengo que admitir algo: hasta entonces yo sentía que tenía compañeros. Claro está, confiaba en ellos, pero no, por ejemplo, lo suficiente como para contarles qué chica me gustaba o si tenía algún rollo en casa. No. Yo era más bien un chibolo frío, un tanto confundido por andar en medio de gente a la que sentía mayor y un millón de veces más sociable que yo (trastorno producto de pisar primero de primaria a los cuatro años); y dispuesto a enfrentar la vida y sus problemas solo, porque pensaba que eso da experiencia y fortaleza, que eso marca la personalidad.
De pronto, me vi rodeado de gente que me invitaba a salir, que se me acercaba a contarme qué había hecho el fin de semana o que me animaba si me veía algo alicaído (gajes de ser un romántico monse). De pronto, me vi formando parte de un grupo al que nosotros mismos y el resto de secciones empezó a denominar como “los gones” (denle la interpretación que crean conveniente), sobrenombre por el que aún se nos conoce y que fue fundamental para sentirnos identificados unos con otros, como "E", más allá de ser miembros de la misma promoción. Honestamente, creo que el cambio fue bueno y lo agradezco: aprendí que uno nunca está solo así quiera estar solo y me hice con un puñado de personas invaluables, que jamás fallan, que terminaron por conocerme mejor que nadie.
Ellos son así - Alejandro Sanz
No hay comentarios:
Publicar un comentario