viernes, 1 de abril de 2011

Inmaculada

Registró por unos instantes mis pupilas. Acarició mi mejilla izquierda con su mano derecha. Soltó un suspiro al viento y luego, cuando pensé que se retractaría, besó mis labios tan intensamente que aún, después de tres días, siento su humedad recorrer los míos como mar de esperanza.

-¿Me estás salvando? –le pregunté.
-No. Solo te he besado –contestó seria, casi indiferente- ¿Por qué confundes un beso con un gesto de amor?
-¿Por qué lo hiciste?
-Porque era evidente que lo necesitabas.

Tenía razón. Hasta ese instante le había estado contando lo mucho que me dolía el corazón, los recuerdos imborrables de un amor que me dejó descalzo sobre un camino lleno de vidrios rotos: una vez la vi algo interesada en conocer la raíz de mi pena, le hablé de largo. No pude evitarlo. Todo simplemente me salió. Quizá fue el orgullo o la nostalgia. Sabía que la estaba cagando, que una mujer como ella podría aburrirse fácilmente de un romántico idiota que no es capaz de olvidar a punta de cervezas y tipas nuevas a su ex, que a más palabras de autocomplacencia menos posibilidades de amarrar a esta nueva chica a mi vida, pero ella, coquetísima y alpinchísima -porque entiendo que lo hizo para callarme- apagó con un gesto toda especulación estúpida.

-Es decir... Este es un beso de adulto, el resto lo haremos cuando regreses –parafraseé.
-¿Cómo?
-No, olvídalo. Es una tontería.
-Nada que puedas tener ganas de decir en este instante podría llegar a parecerme una tontería ¿Acaso no deseabas que alguien te demostrara un poco de cariño?
-Bueno, supongo que por lástima…
-Nada de lástima. Tú me pareces un tipo genial. Me pareces un tipo simpático. Yo tenía ganas de besarte y así lo hice, ¿te dolió acaso? No eres un gran amigo mío como para que me duela perderte. Si quieres olvidarlo, olvídalo, pero yo ya pasé un buen rato y no creo haberte lastimado en el proceso, ¿o me equivoco?

Era miércoles, 23 de junio. Nunca antes una mujer había sido tan clara conmigo. Es un buen día para hacer el amor. Es curioso que emplees la palabra amor para referirte a una relación sexual. No es algo gratuito, creo que suena mucho más bonito que tirar. ¿Vamos a tirar? Tienes razón, suena horrible.... ¿Lo vamos a hacer?

Y lo hicimos. Y fue distinto, pero no tan mágico como aquél beso sorpresivo. Fue como navegar sobre un río dejándose llevar por la corriente, sin pensar. Luego desapareció tan rápido como incursionó en mi vida.

Una mujer que sabe lo que quiere no es algo fácil de encontrar… pero perderla es de lo más sencillo.

Lima, 13 de Julio de 2010

Cómo me voy a olvidar - Los Auténticos Decadentes

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