Entré tarde. Desde afuera escuchaba El salmón y cuando puse un pie frente al escenario me encontré con una imagen francamente formidable. Calamaro estaba cerquísima. El concierto me daba la impresión de ser más una reunión de amigos que se encuentran en un bar a escuchar a alguna banda en vivo, súper íntimo. Bacán.
Lo siguiente fue Mi enfermedad, de cuando era parte de una banda (bandaza): Los Rodríguez, posteriormente luces y una consecutiva interpretación de temas prestados, como No woman, no cry o Gracias a la vida.
Debo admitir que no soy muy hincha de Calamaro. Fito, Charly, son más santos de mi devoción, pero cuando se escucha una canción como Crímenes perfectos o Paloma, uno no puede hacer más que rendirse o exclamar Cinco minutos más, para luego empujarte una dosis de Comida china.
Uno no quiere que Calamaro se vaya, como bien lo explica mi queridísimo Ángel Hugo Pilares, aunque, en definitiva, nadie nunca se va del todo, como señala el propio Andrés en Los chicos:
Muchos amigos se fueron antes que yo,
y me dejaron solo, por eso si el invierno hace frío,
también bajo al infierno un poco.
Supongo que nadie se va del todo,
espero que exista algún lugar,
donde los chicos escuchen mis canciones,
aunque no los escuche opinar.
De Los Rodríguez, no hay nada como Sin documentos o Para no olvidar. De la cosecha de Calamaro solista, me quedo con Donde manda marinero (que no tocó anoche), Flaca, Te quiero igual o Estadio Azteca.
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