martes, 10 de mayo de 2011

¿Es un beatle lo que veo?

Viva el Perú, ¡carajo!. Una entrada nunca estuvo mejor pagada: Paul McCartney sobre el escenario, primero con Hello, goodbye y finalmente con The end. Treintitrés canciones. Cerca de tres horas de concierto. ¿Qué más se le puede pedir a la vida? Supongo que nada.
"¿Es un beatle lo que veo?", dice Julia. Sí. Lo estamos viendo todos. Y canta. Bastante bien, por cierto, pese a lo que podría uno pensar al cotejar sus casi 70 años de edad con sus arrugas. Canta bonito y cae bien, porque no solo habla en español y dice "los quiero", sino porque al oirlo uno puede volver a cuando niño, recordar mil y cinco momentos gratos. Entonces se piensa: gracias, miles de gracias.
Carmen y Nati bailan. Típico. Paul calma la euforia con Blackbird (temón para oir con calma) y la vuelve a prender con Ob-la-di, Ob-la-da. Ralp anima a hacer una cadena de abrazos, luego llega -al fin- mi queridísima Catherine, justo para cantar al unísono con todo el Monumental Let it be. Timing Perfecto. Por algún lado -no tengo ni idea cual- estaba Telmo, seguramente saltando de emoción al ver la noche iluminarse con los fuegos artificiales desplegados durante Live and let die.
"¿Es un beatle lo que veo?", pienso mientras disfruto del mejor concierto del año. Pasa una hora, pasan dos... caminamos hacia la Av. La Molina. Charlamos sobre lo que acabamos de presenciar. Hoy todo el mundo habla sobre la experiencia de ayer, sobre un acotencimiento histórico, algo nunca antes visto. Honestamente no tengo ni idea si es para tanto: la pasamos bien. Suficiente. Y siento que me contradigo, que siempre hay algo más que pedirle a la vida: ¿un carro de lujo? ¿un palco en el nuevo Estadio Nacional? La oportunidad de compartir un tiempo igual de grandioso con gente igual de grandiosa (aunque un departamento en Miraflores no me caería nada mal). Nos vemos pronto.

PD: Pueden leer la crónica del concierto que colgó elcomercio.pe.

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