lunes, 11 de abril de 2011

La personalidad

El carácter es -según la RAE- el conglomerado de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar, de las demás; dicho de otra forma, es aquello que nos individualiza, que nos califica y nos hace diferentes unos de otros. Carácter, también, se relaciona con la fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, con su firmeza y energía.
El carácter se ve influenciado por el entorno social y familiar, el ambiente, la sociedad en la que se vive, etc. Es aquél componente que nos permite regular nuestras libertades, dominarnos. Por su parte, el temperamento está relacionado a las reacciones emocionales de un sujeto, que vienen determinadas por su sistema neuroendocrino y otros factores biológicos.
Tanto carácter como temperamento son elementos de la personalidad que, según el psicólogo Antonio Pueyo, “es el conjunto de formas y modos característicos de enfrentarse al medio de un individuo”. Explica el especialista que está formada por las pautas de pensamiento de un sujeto, por su percepción y comportamiento fijos.
Señalan los entendidos en la materia que la personalidad de la gente es relativamente estable a lo largo de su vida, que solamente cambian algunos aspectos, ya que si no tuviéramos la fuerza para mantener a la raya nuestras convicciones no seríamos capaces de alcanzar absolutamente nada.
Leí en psicologiaparatodos.com, que la presión de los grupos puede llegar a cambiar la opinión objetiva de algunos ante el temor de ser ridiculizados por los demás o quedar mal con ellos, pues “todas las personas viven en sociedades y sus comportamientos, decisiones y pensamientos, se ven influenciadas por las personas con la cual convive”.

Las personas buscan a otros y forman grupos para satisfacer una necesidad de gregarismo y de sentirse involucrados o de pertenecer a algo. Los grupos van desde el familiar o de amigos muy cercanos, pasando por grupos más grandes, compuestos por miembros que desarrollan relaciones permanentes y fuertes en función de actividades y metas…

Pasando al ejemplo de siempre -sí, buuuuu- escribir un poco –o hacer un recuento de todo lo anterior, para hacer exactos- se me ocurrió pensando en algo que me tocó vivir de –más- joven, cuando la chica que me dijo no ya me había dicho no. Luego de eso, dos de nuestras amigas en común dejaron de hablarme por una orden suya, más allá que en más de una oportunidad vinieran luego a contarme lo mal que les había tratado en tal o cual circunstancia o que sabían que lo que estaban haciendo no era correcto: simplemente no podían decirle no y sublevarse.
Personalmente -y conforme he podido observar a lo largo de los años- hay incluso personas que llegan a tener conceptos malos de gente buena solo porque su mancha así lo considera (o viceversa), o que se enamora o desenamora de un tipo o tipa porque la mayoría le dice que es lindo o linda, o idiota.
En todo caso, considero que es bastante válida la frase “mejor solo que mal acompañado”, en especial, cuando el ambiente que rodea es tan asfixiante que no le permite a uno tomar sus propias decisiones. En ese caso, lo mejor es no darle importancia o distanciarse, hacer nuevos grupos o amigos que no afecten la individualidad de nadie. Es cierto que la idea de conocer gente distinta es disfrutar de la vida y aprender del otro, pero si no hay nada que aprovechar y la convivencia, en lugar de hacer bien, limita, entonces patitas pa’ qué las quiero. Es imprescindible no perder el tiempo o, como decía mi abuelo, gastar pólvora en gallinazo.

Go insane - Fleetwood Mac

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